En el periodo 2008-2014 se desarrolló la más larga y profunda crisis de
sobreproducción y sobreacumulación de capitales desde el periodo de postguerra,
marcada por dos fuertes ciclos recesivos.
Desde finales de 2014 se observa cierto cambio de tendencia, con un débil
crecimiento económico sustentado, fundamentalmente, en la drástica reducción
del precio de la fuerza de trabajo y en el bajo precio de las materias primas.
Pero la amenaza de un tercer ciclo recesivo continúa presente, atendiendo a las
débiles bases sobre las que se asienta la estrategia del bloque dominante, y al
estancamiento o débil crecimiento de los principales países de la Eurozona y de
América Latina, y a las amenazas que se ciernen sobre las economías de Rusia y
de China.
Las crisis cíclicas de sobreproducción y sobreacumulación de capital
contemporáneas se desarrollan en condiciones de agotamiento y de crisis general
del capitalismo, lo que dificulta que las políticas de gestión burguesa logren
mantener ciclos estables de reproducción ampliada del capital. La economía
capitalista está sometida a amenazas crecientes, se intensifican las
contradicciones y se acortan los periodos entre una crisis y la siguiente,
aumentando su intensidad y su potencial destructivo en todos los órdenes.
Incluso en el hipotético caso de que el capitalismo español lograse emprender
un ciclo de cierto crecimiento, no mejorarían sustancialmente las condiciones
de vida de la mayoría obrera y popular. Es más, las medidas antipopulares y el ataque
contra los derechos de la clase obrera continuarán y se intensificarán en un
futuro.
Sin embargo, el grado de desarrollo alcanzado por las fuerzas productivas
en España permitiría satisfacer las necesidades de nuestro pueblo, entrando en
contradicción antagónica con las relaciones de producción capitalistas
levantadas sobre la propiedad privada de los medios de producción. Así, en
todos los aspectos de la vida económica y social del país, se manifiesta
intensamente la contradicción entre el carácter social de la producción y la
apropiación capitalista privada de la mayor parte de sus resultados. Se
intensifica y generaliza la necesidad de la propiedad social, de la
planificación central de la economía y del poder obrero.
El capitalismo español se encuentra en su fase superior y última, en la
época de transición revolucionaria del capitalismo al socialismo-comunismo, en
la época de la revolución proletaria. Desde el punto de vista de las
condiciones materiales, el socialismo-comunismo es más necesario que nunca a lo
largo de la historia. La revolución en España será socialista.
Crisis capitalista y crisis en la cúspide.
La crisis económica ha tenido un claro reflejo en el plano de la
superestructura. El aparato estatal de dominación, forjado en su manifestación
contemporánea durante la transición del fascismo a la democracia burguesa, se
ha erosionado y se intensifican las contradicciones en el seno del bloque
dominante oligárquico-burgués. Se ha resentido notablemente el grado de
legitimación social con que se ejerce la dictadura capitalista, como
consecuencia del imparable crecimiento de la miseria y de las desigualdades
sociales, y al hacerse patente la inmensa red de corrupción inherente al
sistema. Por todas partes aumenta la desafección a las instituciones y
organizaciones fundamentales sobre las que se ha asentado la dictadura de clase
del capital desde el franquismo: monarquía, sistema parlamentario bipartidista,
modelo territorial, etc.
“Los de arriba” no pueden seguir dominando como antes. Se desarrolla una
crisis en la cúspide que obliga al bloque dominante a actualizar el sistema
político burgués y, como consecuencia, se abre el debate sobre una reforma
constitucional dirigida a renovar los consensos sociales esenciales sobre los
que se pretende asentar la dictadura capitalista durante las próximas décadas.
Las clases dominantes tratan de recomponer su hegemonía política impulsando
una operación de alto calado estratégico, demostrando una enorme flexibilidad a
la hora de introducir las reformas necesarias para perpetuar la dominación
capitalista. El hartazgo expresado durante los últimos años por amplias masas
obreras y populares es reconducido a un debate que propone básicamente la
elección entre dos formas de gestión capitalista: la liberal y la
socialdemócrata.
Se configura un polo de centro-derecha, representado por Partido Popular y Ciudadanos,
y un polo de centro-izquierda, representado por PSOE y Podemos con un papel
residual de Izquierda Unida, que persiguen atrapar a la clase obrera y a los
sectores populares en la elección entre dos formas concretas de gestión de la
explotación capitalista, tratando de evitar que la crisis en la cúspide se
transforme en una crisis política del capitalismo, que conduzca a una situación
revolucionaria en la que el proletariado pueda llegar a disputar el poder
político.
Luchamos en condiciones no revolucionarias.
La clase obrera ha luchado y está luchando. Pero lo hace mayoritariamente
bajo pabellón ajeno, sin un proyecto propio basado en la independencia de
clase. El Partido trabaja, por tanto, en condiciones no revolucionarias, en las
que la gran mayoría de la clase obrera y de los sectores sociales aliados se
encuentran atrapados entre los dos polos de gestión capitalista descritos.
En estas condiciones es preciso que el PCPE intensifique sus esfuerzos para
levantar un polo revolucionario, lo que implica, en primer lugar, reagrupar al
movimiento obrero y popular en una línea de ruptura que, bajo dirección
proletaria, pueda acumular fuerzas en un frente obrero y popular capaz de
superar la actual fase de retroceso o de mera resistencia y de emprender una
contraofensiva en todos los terrenos con el objetivo de la conquista del poder
y de la construcción del socialismo-comunismo en España.
El objetivo no es otro que la preparación del factor subjetivo de la
revolución socialista-comunista (Partido, clase obrera, alianzas…), en el
camino de conducir al país a una situación revolucionaria que abra las
posibilidades para la toma del poder. Para ello la actividad del Partido debe
orientarse hacia una serie de tareas estratégicas concretas:
·
La agrupación revolucionaria de la gran mayoría de la clase obrera en torno
al PCPE.
·
La alianza de la clase obrera con los sectores populares oprimidos por el
capitalismo, para que en unos casos actúen en sentido revolucionario y, en
otros, al menos, sean neutralizados.
Esos objetivos revolucionarios hacen imprescindible concentrar las fuerzas
militantes en tres direcciones principales:
·
La preparación del Partido para luchar en todas las condiciones y con la
mayor eficacia, a lo que se dirige específicamente la tesis III.
·
El trabajo comunista hacia la clase obrera.
·
El trabajo comunista con los sectores populares oprimidos con los que debe
forjarse la alianza social del proletariado.
El trabajo hacia la clase obrera.
El Partido debe guiar al proletariado a la toma del poder, dotando a esta
afirmación de un contenido práctico, de un contenido concreto que coloque a la
clase obrera en el centro de la estrategia política. Ese giro obrero implica
adoptar un plan estratégico que unifique el trabajo sistemático y profesional
de todas nuestras organizaciones y de todo el activo militante del PCPE y de
los CJC entre la clase obrera en la siguiente perspectiva:
·
La organización de células en los centros de trabajo, empresas y polígonos
industriales estratégicos: energía, minería, transporte, telecomunicaciones,
manufactura, enseñanza y sanidad.
·
La afiliación masiva de la militancia comunista a los sindicatos, tratando
de aglutinar en ellos, como organizaciones de masas de la clase obrera, al
mayor número posible de trabajadoras y trabajadores.
·
La agrupación del mayor número de trabajadores y trabajadoras avanzadas,
con una clara perspectiva del sindicalismo que propugnamos, en Comités para la
Unidad Obrera que impulsen el sindicalismo de clase y la unidad obrera,
enfrentando la preeminencia de las posiciones oportunistas y amarillas hoy
predominantes, consolidando los comités existentes, desarrollando los grupos
promotores y dando un nuevo impulso a su coordinación por sectores productivos
y a escala territorial.
El objetivo es convertir cada centro de trabajo estratégico en un bastión
comunista, en fortalezas revolucionarias en las que cada instrumento
organizativo de la clase obrera (asambleas, sindicatos, comités de empresa y
delegados y delegadas sindicales y de personal, comités para la unidad obrera…)
juegue su papel específico bajo orientación comunista en las siguientes
direcciones:
·
Organizar la lucha masiva de la clase obrera contra la patronal de forma
planificada, empresa a empresa y sector a sector, en función de prioridades.
Una lucha caracterizada por su contundencia para repeler la ofensiva del
capital, recurriendo a las formas de lucha que sean necesarias en cada momento
(asambleas, concentraciones, manifestaciones, huelgas, etc.).
·
Extender la democracia obrera en el seno del movimiento sindical y en las
empresas, enfrentando con determinación toda conciliación y justificación de la
lógica capitalista y las prácticas cupulares, denunciando sin contemplaciones,
toda corrupción sindical; defendiendo el papel de la asamblea obrera y el
carácter vinculante de sus acuerdos, la amplia participación de las plantillas
en la toma de decisiones, el sometimiento de la representación sindical a la
asamblea y su constante rendición de cuentas (incluida la revocación de mandato
en su caso).
·
Intensificar la lucha política de la clase obrera y de su movimiento contra
las políticas aprobadas por los gobiernos capitalistas de uno u otro color,
contra el régimen capitalista en general y contra las alianzas imperialistas en
que participa el capitalismo español. Ampliar y elevar la conciencia de la
clase obrera mediante nuestra actividad y mediante una agitación multilateral,
abarcadora de todo el sistema de explotación y opresión.
·
Unificar las luchas de empresas y sector en todos los ámbitos en que sea
posible, desde una concepción integral de la lucha de la clase obrera basada en
la solidaridad de clase.
·
Extender la conciencia y la práctica internacionalista proletaria en el
seno de la clase obrera, organizando la solidaridad con las luchas obreras de
todos los países e impulsando acciones prácticas que tengan en cuenta el
trabajo de la Federación Sindical Mundial.
El trabajo hacia los sectores populares.
La militancia del PCPE interviene en cada contradicción, en cada problema
popular, con la orientación clara de organizar y movilizar un polo
revolucionario (enfrentado al polo capitalista que se articula en eje
centro-derecha y centro-izquierda) integrado por los sectores obreros y
populares en los lugares de residencia, tejiendo en todo momento la alianza de
esos sectores con la clase obrera combatiente. Es necesario realizar una
política específica dirigida a todos los sectores llamados a conformar la
alianza social, el polo revolucionario que denominamos Frente Obrero y Popular.
El PCPE propone articular el movimiento de masas, a escala territorial, en
Comités Populares que tendrán como núcleo central a las organizaciones obreras,
y en primer lugar, a los Comités para la Unidad Obrera. También se integrarán
en los mismos, de forma natural, otros colectivos según el desarrollo de las
luchas: la juventud organizada contra el paro, organizaciones estudiantiles,
los sectores sociales que luchan contra la militarización, los colectivos que
luchan por los derechos de la mujer, en defensa de la educación pública y la
sanidad, etc.
La Tesis II marca la línea táctica del Partido en el trabajo con una serie
de sectores sociales particulares:
·
La juventud de extracción obrera y popular.
·
Los sectores profesionales y autónomos.
·
El pequeño campesinado y los trabajadores y trabajadoras del campo.
En lo referente al trabajo por la liberación de la mujer, tras el debate
desarrollado a lo largo de 2015 en el conjunto de las células del Partido y
colectivos de la Juventud, sobre el documento del Comité Central “La lucha por
la emancipación de la mujer y las tareas del Partido Comunista de los Pueblos
de España”, se someten a debate del X Congreso las principales conclusiones
tácticas alcanzadas y una actualización de la tabla reivindicativa del Partido.
Se trata de dar un fuerte impulso al trabajo comunista, a la movilización
general de las mujeres y a la lucha por su emancipación en el proceso
revolucionario, hasta la completa erradicación de toda forma de explotación y
opresión que caracterizará a la sociedad comunista por la que luchamos.
Hacia la toma del poder.
El PCPE es el continuador de la heroica lucha del Partido Comunista de
España que, bajo el impulso de la Gran Revolución Socialista de Octubre de
1917, se organizó bajo las banderas de la Internacional Comunista. Con el
triunfo del eurocomunismo en España la clase obrera sufrió una grave derrota,
pero sólo temporal. La respuesta de la militancia comunista al revisionismo y
su papel activo en todos los órdenes de la lucha de clases, permitieron que en
el Congreso de Unidad de 1984 se levantasen organizadamente las banderas del
marxismo-leninismo, incluso en pleno desarrollo de una contrarrevolución
mundial, convirtiendo al PCPE en el hilo rojo que une las luchas del pasado y
del presente de nuestra clase obrera hasta llegar a este X Congreso, forjando
un Partido y una Juventud dispuestos a dirigir la Revolución Socialista en
España y a luchar, en todas las condiciones, por la victoria del
socialismo-comunismo.
En esa revolución el poder pasará a manos del proletariado, que organizará
su dictadura en forma de Estado Socialista regido por los principios del
centralismo democrático. Los sectores fundamentales de la producción serán
socializados y puestos bajo control obrero, bajo los principios de la planificación
económica; se declarará la ruptura unilateral de todo vínculo con la Unión
Europea y la OTAN, se procederá al cierre de las bases militares
estadounidenses, se ordenará la vuelta a casa de los efectivos militares que
cumplen misión imperialista fuera de nuestras fronteras.
Como resultado del triunfo de la revolución socialista en España la clase
obrera en el poder dará nacimiento a una nueva forma de Estado que, en su
proceso de formación, enfrentará la cuestión del Estado plurinacional sobre la
base del ejercicio del derecho de autodeterminación de las naciones, desde la
concepción de unión voluntaria de pueblos libres, que inician el proceso de
construcción del socialismo en nuestro país.
Tras la toma del poder será necesario desatar una intensa lucha de clases
que, al mismo tiempo en que defiende el poder obrero con la intensa implicación
de las masas movilizadas, venza toda resistencia y acorrale planificadamente
los residuos en que pervivan las relaciones mercantiles hasta el completo triunfo
de las relaciones comunistas de producción. Sobre esa nueva base se librará una
lucha sin cuartel contra toda forma de opresión, avanzando hacia una sociedad
de personas libres e iguales en derechos y deberes, convirtiendo la sociedad
socialista en paradigma en el que las mujeres trabajadoras se emanciparán de la
doble opresión que vive bajo el régimen capitalista, conquistando unas
condiciones de libertad e igualdad jamás conocidas en la historia de nuestro
país.
Nuestra revolución, aun habiendo triunfado el socialismo-comunismo en un
solo país o grupo de países, es parte de la revolución mundial. Por tanto el
Estado socialista, que proclamará su amistad con todos los pueblos del mundo y
la renuncia a la guerra como instrumento de política exterior, será fiel aliado
de la clase obrera de todos los países en su lucha revolucionaria contra el
imperialismo, haciendo del internacionalismo proletario bandera y guía de la
política exterior de nuestra Revolución.