El
24 de marzo de 1995 entró en vigor la Ley 3/95, de 23 de marzo de vías
pecuarias. También se cumple el 20-35 aniversario de la trasferencia de las
vías pecuarias del Estado central a las Comunidades Autónomas.
Estos antiguos
caminos para el ganado suponen un recurso de primera magnitud para la
conservación de la naturaleza, la conectividad de la biodiversidad, el
ecoturismo, la educación ambiental, etc. Estos años deberían haber servido para
tener un sistema de vías pecuarias en buen estado de conservación, pero no es
esta la situación.
En Andalucía se aprobó en el
año 2.001 un plan de recuperación de vías pecuarias, que preveía que para 2.015
se habrían recuperado 17.398 kilómetros en Andalucía y 1.948 en Córdoba. El
plan comenzó con fuerza, y hasta 2.010 se deslindaron bastantes kilómetros de
vías pecuarias.
Sin embargo, a partir de esa fecha, la Junta de Andalucía se ha
ido olvidando de las vías pecuarias, situación que se ha agravado desde la
nefasta unificación de las delegaciones de Agricultura y Medio Ambiente que ha
significado la desaparición de este último en la agenda de la Junta, hasta
llegar al año 2.013, último del que se tienen datos, en que el número de
kilómetros deslindados en Córdoba es CERO. Y mucho nos tememos que en 2.014 la
cifra es exactamente la misma.
Esas cifras además pueden
ser engañosas, porque oficialmente todos los municipios andaluces tienen sus
vías pecuarias clasificadas, y en la realidad tenemos el caso de Aguilar de la
Frontera, precisamente el municipio de origen del Delegado, donde no ha sido
capaz de aprobar la clasificación de vías pecuarias, lo que lleva a que
oficialmente no existan, y estén siendo borradas del terreno.
Pero eso no es lo más grave.
La mala práctica en los deslindes, unida a la actitud beligerante de ASAJA
contra el patrimonio público ha hecho que muchos hayan sido anulados por
defectos formales, y otros muchos estén recurridos, y suspendidos hasta que
dichos recursos no se resuelvan, algunos desde el año 2.007, lo que refleja una
tremenda indolencia de la Junta en la resolución de esos recursos. Es imposible
además saber qué vías pecuarias realmente se pueden utilizar, ya que el
descontrol interno es tal que es imposible saber en qué estado se encuentra
cada vía pecuaria.
Las vías pecuarias parece
que han quedado para la Junta en lugares donde poder hacerse ocupaciones pues,
eso sí, se aprovechan para que las compañías eléctricas o gasísticas se ahorren
el dinero de hacer pasar sus instalaciones por fincas privadas, y las utilicen,
cosa que debería ser excepcional según la ley, pero que se convierte en norma.
El resultado es que la
mayoría de nuestras vías pecuarias continúan cortadas por cancelas en la
sierra, incluso algunas ya deslindadas, y, cosa que no sabíamos, también en la
campiña, si no se cortan, ya que no es habitual que las fincas de la campiña
estén alambradas, sí están roturadas, y reducidas a un estrecho carril, o a
veces eliminadas totalmente, como pudimos comprobar en la última ruta de A
Desalambrar por el Cordel de Écija, que de 37 metros de anchura en muchos
sitios apenas queda uno que no esté arado.
Entendemos que no se puede
poner como excusa la crisis, ya que las vías pecuarias siguen siendo, 20 años
después mucho más que cuando la ley, un motor de desarrollo para actividades
que son ya una importante fuente de turismo e ingresos como el senderismo, la
bicicleta o la observación de fauna, además de ser corredores ecológicos y
potenciales espacios de biodiversidad en la asolada campiña cordobesa. Además
su recuperación –desbroces o reforestación, según los casos- significarían unos
jornales de mano de obra con unos resultados mucho más relevantes que otros
trabajos puestos en marcha con el Plan de Choque por el empleo que se ha
ejecutado en estos últimos años.
Más información:
Manolo Trujillo 639837420
Curro Ordóñez 696996949