La Unión Europea y el
Euro no se pueden reformar en beneficio de los pueblos. A pesar de las
continuas demostraciones de este hecho, la nueva socialdemocracia se empeña en
pregonar lo contrario aunque los primeros pasos de su punta de lanza, el nuevo
gobierno griego, parecen encaminados a no tocar la esencia de los problemas de
Grecia.
¿Quiere usted ser ahorcado con una soga de cuerda o con
un lazo de guatiné? La primera pica, rasca y hace daño, la segunda sólo le
molestará cuando le parta el cuello. Este es, en el fondo, el dilema que se
está planteando a la opinión pública en cuanto a la situación política y
económica que padece la mayoría social, obrera y popular, de varios países de
Europa.
El escenario principal de esta representación es hoy en
día Grecia, con su flamante nuevo gobierno SYRIZA-ANEL, pero tiene importantes
ecos en nuestro país a través de los socios de SYRIZA como PODEMOS, Izquierda
Unida y toda la gama de siglas que puedan existir entre uno y otro.
SYRIZA llega al gobierno griego y son muchos los que se
suben al carro y pregonan a los cuatro vientos su apoyo al nuevo ejecutivo
heleno, justifican su pacto con la derecha nacionalista de ANEL y promueven
lecturas casi épicas de cada paso o cada declaración de Tsipras y compañía.
Incluso hay quien, desde la soberbia que da la victoria electoral y desde la
osadía del converso, acusa a los comunistas griegos de ser los culpables del
pacto SYRIZA-ANEL al no haber querido apoyar al gobierno “de la izquierda
radical” que se estrena con medidas tan izquierdistas y radicales como la
privatización del puerto del Pireo.
La gestión capitalista presentada como única
alternativa
Si somos un poco serios y no nos dejamos llevar por las prisas y las confusiones interesadas, lo que está pasando en los últimos tiempos, más evidente ahora con el cambio de gobierno griego, es un espectáculo encaminado a apuntalar en las conciencias la idea de que no existen más salidas a la actual situación que mediante la gestión capitalista en el marco de la Unión Europea y el Euro. La “refundación del capitalismo”, que en su día pregonó Nicolás Sarkozy, está en marcha y se ve que, para llevarla a cabo, son necesarias nuevas caras que le den un toque novedoso a discursos y prácticas bien conocidos.
En Grecia tenemos un buen ejemplo. Como la gestión capitalista
del país por los gobiernos anteriores, fieles al dictado de los postulados
neo-liberales predominantes en la economía política europea de nuestro tiempo,
ha resultado ser un desastre para la mayoría social, se aúpa al gobierno a una
formación que promete soluciones fáciles e inmediatas, que no suponen ninguna
ruptura de fondo, y que plantea una gestión distinta de las consecuencias del
desarrollo capitalista, sin que en ningún momento se ponga encima de la mesa de
dónde vienen realmente los problemas que atenazan a la mayoría obrera y
popular.
Si nos atenemos al debate económico que se está
planteando ante el caso de la deuda griega, podemos ver que no están en juego
dos modelos contrapuestos y antagónicos, sino dos formas distintas de entender
cómo salir de una crisis capitalista sin abandonar el capitalismo. El ruido,
las declaraciones altisonantes y las distracciones varias no deben hacer que
olvidemos este dato. Tampoco los cuellos subidos, la camisa por fuera o la cara
de malote del ministro de finanzas griego Varoufakis. En definitiva, la disputa
actual entre el gobierno de Grecia y la Troika se da en términos mucho menos
épicos de lo que algunos pintan.
Las dos caras de la gestión capitalista
El eje que vertebra la posición del gobierno SYRIZA-ANEL
está en el denominado “Programa de Salónica” que, entre otras cosas, plantea un
“New Deal europeo”. Este “nuevo acuerdo europeo” hace referencia a que se
propone cambiar la tendencia mantenida hasta el momento, a través
fundamentalmente del Pacto de Estabilidad, de contraer la inversión pública en
la economía. Viene a ser como decir “hagamos lo que hizo Roosevelt en EEUU tras
el crac del 29, que con ingentes cantidades de dinero público revitalizó la
economía y logró que el impacto social de la crisis se mermara”. Sí, pero no.
Sí, pero no porque lo que el programa de SYRIZA parece
olvidar es que lo que revitalizó la economía tras el crac del 29 fue, varios
años después, una guerra mundial de catastróficas consecuencias en términos
humanos y materiales.
Esto ocurre porque, aunque no se quieran ver, las
particularidades del desarrollo capitalista son las que son, y no las que uno
se quiera inventar. Las crisis capitalistas se superan, desde que el
capitalismo es capitalismo, mediante la destrucción de fuerzas productivas y el
reinicio del ciclo de reproducción en unas condiciones ventajosas para un
sector de los capitalistas, no para todos.
Lo que está en debate, por tanto, son las dos visiones
acerca de cómo llevar a cabo este reinicio del ciclo de reproducción
capitalista: mediante la rebaja del precio de la fuerza de trabajo para dar más
rendimiento al capital invertido o mediante el incremento de la capacidad de
consumo de la mayoría social que permita una mayor realización del valor del
capital invertido mediante la venta de mercancías. Dos alternativas que no se
salen del marco de desarrollo capitalista, que no quieren poner el acento sobre
la realidad de que es la propia dinámica capitalista la que genera las crisis y
condena, con ello, al paro a millones de trabajadores y trabajadoras.
Las manipulaciones interesadas
En el caso específico de los países de la Unión Europea,
la nueva socialdemocracia se basa en dos premisas falsas: la Unión Europea y el
Euro están “mal” diseñados, por una parte, y los países escandinavos son un
modelo a imitar, por otra.
Con un discurso bien estudiado, que alude a ciertos
elementos introducidos en la mentalidad colectiva gracias al papel activo de la
socialdemocracia clásica de Europa Occidental tras la II Guerra Mundial, los
nuevos socialdemócratas pretenden hacerse fuertes sobre el planteamiento de que
se puede diseñar “otra construcción europea y otro sistema del euro” o de que
los servicios sociales escandinavos son mucho más completos porque “se pagan
muchos impuestos y no hay evasión fiscal”.
Olvidan, no obstante, que los mecanismos de integración
económica y monetaria bajo predominio de las relaciones capitalistas son
siempre para beneficio de los capitalistas. ¿Cuál es esa otra Unión Europea de
la que hablan? ¿Una que limite la libre circulación de mercancías, servicios,
capital y trabajadores entre los distintos países miembros? ¿Acaso no es esa
libre circulación precisamente la razón de ser de la UE?
Por otra parte, ¿por qué no se menciona que la economía
noruega, por poner un ejemplo, se basa en la exportación de petróleo del Mar
del Norte y que gran parte de los beneficios de ese petróleo se integran en un
fondo soberano que resulta ser el mayor del mundoi y
que es accionista de empresas como Repsol, Endesa, Gas Natural, Iberdrola,
BSCH, BBVA, Telefónica, Ferrovial, Abertis o Grifols, entre otras muchasii?
¿Por qué no mencionan que ese mismo fondo fue titular de deuda pública griega,
española, portuguesa, italiana e irlandesa en años recientes?
¿Debemos pensar entonces que los nuevos socialdemócratas
de PODEMOS e Izquierda Unida buscan la cuadratura del círculo? Parece evidente,
dado que dicen querer una “nueva UE” que ponga coto a la libertad de
circulación del capital y las inversiones mientras reivindican un modelo basado
en fondos soberanos que obtengan beneficio a partir de la especulación
facilitada precisamente por la libre circulación de inversiones.
Qué pretenden realmente los nuevos socialdemócratas
La conclusión parece obvia, por tanto: los nuevos
socialdemócratas, como los viejos, no quieren poner fin al capitalismo, quieren
aprovecharse de él, quieren ser parte de “los ganadores” y no de “los
perdedores”. Quieren más servicios públicos, sí, pero que estos servicios
públicos sean sufragados con los beneficios del capital invertido en terceros
países con las facilidades que ofrece la desregulación de la circulación de
capitales. Sin duda posiciones de “rebeldía” y para “los de abajo”...
Ahora que el Partido de la Izquierda Europea (PIE), a
través de SYRIZA, es por fin socio mayoritario de un gobierno, se van a ir
desvelando sistemáticamente las verdaderas posiciones que hasta ahora sólo se
veían parcialmente a través de la participación del PIE en gobiernos “de
izquierda” como el que hasta hace poco ha gobernado Andalucía. Ahora, como
socios mayoritarios de un gobierno no regional, sino estatal, veremos hasta
dónde llegan las posiciones y el pragmatismo de los oportunistas reconvertidos en
socialdemócratas, centrados en sostener o encabezar gobiernos burgueses,
moviéndose en los estrechos márgenes que ofrecen la gobernabilidad burguesa.
La defensa a ultranza de las decisiones que tome el
gobierno Tsipras será, sin duda, una de las principales características de sus
socios españoles. Las campañas de “solidaridad” con el pueblo y (sobre todo)
con el gobierno griegos serán otro de los caballos de batalla que querrán
imponer al movimiento obrero y popular, hurtando el debate sobre qué medidas, y
para qué objetivos, aplica realmente este nuevo gobierno.
La lucha ideológica que ya se está desarrollando exige
que estemos muy atentos al desarrollo de los acontecimientos en Grecia y que
seamos capaces de afinar la crítica sobre aquellos elementos que demuestran
que, cuando un gobierno no pone en duda las bases económicas del capitalismo,
gobierna para los capitalistas, no para el pueblo trabajador.
¡Combatiendo a la nueva socialdemocracia!
Ástor García