Yes, we
can, grita el presidente, mientras mueve la mano derecha arriba y
abajo, en un gesto que ya se ha hecho famoso en todo el planeta. Sí, sí
podemos. Claro que podemos.
No sólo podemos, sino que debemos. Es nuestra
obligación como pueblo elegido. Con el apoyo de Dios, que siempre está de
nuestro lado, y la confianza de toda la gran nación americana, sí, podemos.
Juntos podemos. Ya lo creo que podemos. Lo hemos demostrado una y mil veces a
lo largo de la historia. Y ahora, en este momento histórico de mi mandato, lo
volveremos a demostrar. Sí, nosotros podemos.
Yes, we
can, grita el presidente, buscando con su mirada la complicidad de
su esposa, entre el auditorio abarrotado de patriotas estadounidenses que
sostienen entre sus manos la diabólica bandera de las barras y las estrellas.
Sí, nosotros, los americanos, podemos atacar Siria, de la misma manera que
antes atacamos Irak o Vietnam o Nicaragua. Sí, nosotros podemos meter nuestras
asquerosas manos imperialistas en los asuntos del pueblo sirio, de igual manera
que antes las metimos en los asuntos del pueblo chileno, del argentino, del
afgano. Sí, nosotros, el ejército de los Estados Unidos de América, iremos
hasta Siria y haremos lo que nos salga de los cojones, porque somos los más
fuertes, los más chulos y los que tienen el mejor armamento del mundo mundial.
¡Y ay de quien se atreva a cuestionar nuestro orden imperante!
Yes, we
can, grita el presidente, vestido con su traje de cuatro mil
dólares y escoltado por el vicepresidente, que también lleva puesto un traje
tan caro como el del propio presidente. Sí, nosotros podemos, porque para algo
me tiene que servir tener un Premio Nobel de la Paz, y qué mejor cosa que ir
hasta Siria y lanzar allí los misiles más destructivos, desde los aviones más
rápidos y más invisibles. Además el Pentágono está hasta arriba de granadas, de
bombas y de balas y algo hay que hacer con ellas, para que nuestras empresas de
armamento sigan ganando pasta a costa del sufrimiento ajeno. Sí, sí podemos.
Enviaremos a nuestros chicos y a nuestras chicas, a Johnny, que es de Iowa, y
tiene que defender a su madre patria de ese cabrón de Al Assad, lo mismo que
antes, George, su hermano mayor, la defendió del cabrón de Sadam. Enviaremos a
Siria a nuestros hispanos, y a nuestros negros, a esos gilipollas a los que
llevamos a unas escuelas públicas de mierda, esa panda de subnormales a los que
les negamos la sanidad pública y les damos los peores trabajos, y viven en los
peores barrios, en infraviviendas, rodeados de droga y de pistolas, y los engañamos
como anormales para que den sus piernas y sus brazos y su polla para defender
el culo del hombre blanco protestante americano.
Yes, we
can, grita el presidente, con su gran sonrisa y sus dientes
inmaculados y su cabeza rapada al cero y sus grandes orejas. Sí, nosotros
podemos y de hecho, lo haremos. Iremos a Siria y les robaremos su petróleo, su
gas natural, sus riquezas naturales, y todo lo que se pueda robar y aún más, y luego pondremos a
un gobierno títere a dirigir el país, y liaremos la de dios es cristo y los
mangonearemos como nos salga de las pelotas y dejaremos que nuestros soldados
negros e hispanos violen a las mujeres sirias con sus grandes y negras e
hispanas pollas, porque para algo somos los que partimos el bacalao.
Yes, we
can, grita el presidente con su lustrosa piel negra con la que
engañó a miles de personas en todo el mundo, que pensaron que, por el simple
hecho de ser negro, ya era una buena persona, y no un cabrón redomado como su
antecesor, George W. Bush, el bastardo más grande que han conocido los tiempos.
Sí, podemos, y lo haremos. Conseguiremos que todos los países de la Unión
Europea, se postren, una vez más, ante nosotros, y nos rindan pleitesía, como
los mamporreros que han sido, que son y que serán. Y una vez más, nos mearemos en las
jetas de Barroso, de Hollande, de Merkel, de Rajoy, de Cameron, de todos los
gobernantes europeos, que jamás se atreverán a contradecir nuestros deseos,
porque para eso son nuestros lacayos.
Yes, we
can, grita
el presidente en horario punta en el programa de máxima audiencia de la
televisión norteamericana, ante un montón de personas que, sentadas en sus
casas, devoran una hamburguesa o cualquier otro plato prefabricado, con un
exquisito sabor a mierda. Sí, podemos y lo haremos. Y si no lo crees, sólo
tienes que esperar unos días y ya lo verás, hombre de poca fe.
Rafael Calero Palma