El
Gobierno vuelve a revitalizar el debate de las pensiones y la denominada
mochila austríaca. El Ejecutivo analiza actualmente la posibilidad de implantar
un fondo de capitalización personal más orientado a la jubilación que al
despido y pensado sobre todo para sectores con mayor capacidad económica, como
la banca.
Este planteamiento iría incluido en la «agenda del cambio» que
prepara el Ministerio de Economía con la hoja de ruta del Gobierno para los
próximos meses en materia de reformas estructurales.
Fuentes
gubernamentales reconocen que el desarrollo de este modelo necesita un debate a
largo plazo, dado que su implantación no es fácil y requiere de aportaciones
empresariales, más allá de las cotizaciones pagadas a la Seguridad Social.
Por
esta razón se ha pensado en la banca como uno de los posibles sectores para su
implantación, dado que en esta actividad los empleados suelen contar con planes
de pensiones de empresa, cuyas aportaciones podrían ir destinadas a la mochila
y permitirían al trabajador tomar decisiones como la de jubilarse
anticipadamente.
La
secretaria de Estado de Empleo, Yolanda Valdeolivas, reconoció el pasado martes
que es una medida que el Gobierno está considerando, pero que no es una
prioridad y que cuenta con objeciones por parte de los agentes sociales.
En
concreto, los sindicatos temen que este modelo termine suponiendo un
abaratamiento del despido y el fin del seguro por desempleo actual, mientras
que la patronal tiene dudas sobre su financiación y los incentivos que
disfrutarían las empresas a cambio de sus aportaciones.
Austria
-que mantiene una tasa de paro inferior al 6% desde hace más de una década-
puso en marcha en el 2003 una reforma laboral que incluía un fondo de
capitalización individual para cada trabajador porque no existían las
indemnizaciones por despido, de forma que cada empresa aportaba una cuantía del
salario bruto de sus empleados a sus respectivos fondos.
La
cuantía de la mochila es invertida por una entidad financiera en búsqueda de un
rendimiento, con la garantía del Estado, y permite a las empresas despedir a
coste cero al trabajador, quien puede entonces hacer uso del capital acumulado
en ella, aunque también se puede utilizar como complemento a la pensión pública
de jubilación.
En
España no es una figura ajena al debate político y social, aunque nunca ha
llegado a implantarse. Se recogió en la reforma laboral del 2010 del Gobierno
socialista de José Luis Rodríguez Zapatero, que nunca concretó cómo sería y
decidió posponer su puesta en marcha después de que un informe de una comisión
de expertos concluyera que aplicarlo podría costar el equivalente al 1% del PIB
de aquel entonces (unos 10.000 millones de euros).
Este
fondo de capitalización recogido en la reforma de 2010, que debería haber
entrado en vigor en el 2012, suponía la creación -sin aumentar las cotizaciones
empresariales- de un depósito que podrían utilizar los trabajadores en
supuestos de despido, de movilidad geográfica, para formación o para la
jubilación.
El
PP incluyó la mochila austríaca en su programa electoral para las generales del
2011, aunque nunca tomó ninguna medida al respecto, hasta que en el 2017 apoyó
una iniciativa en el Congreso del PDECat para su puesta en marcha antes del
2020, iniciativa que tampoco tuvo un desarrollo posterior.
noticia extraida de diario cordoba.