Lanzar una fuerte ofensiva contra el imperialismo en todos los frentes
posibles. Esa es la responsabilidad del Movimiento Comunista Internacional en
estos momentos, y en particular la responsabilidad del PCPE en nuestro país.
Es necesario concretar una política de alianzas y un programa, que tengan
la posibilidad de integrar a amplísimos sectores sociales en una masiva
movilización contra todo tipo de agresiones y violencias que el imperialismo
desarrolla por todo el planeta.
Hoy tenemos que organizar esa política de alianzas y esa amplia movilización
social, para estabilizar estructuras que integren de forma estable a una
diversidad de sujetos que acumulen la masa crítica necesaria para enfrentar la
brutal violencia internacional de la dictadura del capital.
El PCPE, hace ya muchos años, estableció una línea política que
decía: Sin alianzas no hay proyecto revolucionario.
Hoy esa afirmación es más verdad, si cabe.
Las dificultades del capitalismo internacional para mantener el proceso de
reproducción ampliada del capital en una etapa de profundos cambios que se
desarrollan con enorme dinamismo, así como las pugnas planetarias entre las
distintas potencias imperialistas por colocarse en una posición de ventaja con
respecto a los competidores, está llevando a una agudización extrema de la
lucha de clases –aumento feroz de la tasa de explotación de la clase obrera-, y
a un desarrollo extremo de la violencia –las guerras imperialistas y las
violencias se extienden por todo el planeta.
Estamos, en palabras de Marx, en la etapa de agudización extrema entre el
acelerado desarrollo de las fuerzas productivas y las relaciones de producción
(capitalistas). Una de las condiciones imprescindibles en el camino hacia la
crisis revolucionaria.
En la situación actual hay dos centros principales donde se expresa la
violencia imperialista: Venezuela y Siria.
En Venezuela el imperialismo yanki-europeo intensifica todas sus formas de
agresión para tratar de derrotar el proceso político iniciado por la
Presidencia de Hugo Chávez. El financiamiento de grupos internos opuestos al
proceso y apoyados por la burguesía criolla, el boicot económico y el robo de
suministros básicos para la población, la mentirosa campaña propagandística.
Todo vale con tal de tratar de derribar un proceso de cambios políticos que ha
supuesto la mejora de las condiciones de vida del pueblo venezolano, y el
avance de importantes factores de organización popular.
Derrotar hoy a Venezuela tiene el objetivo de derrotar mañana a toda
Latinoamérica, y anular cualquier esperanza de cambio social y político,
soberano y de clase. Significa colocar la bota imperialista sobre el continente
con más fuerza aún, para crear las condiciones que permitan abrir una nueva
etapa de mayor expolio y saqueo por un largo período. Esa derrota sería una
auténtica tragedia para los valientes pueblos latinoamericanos, que los
sometería a un nuevo ciclo de explotación, pobreza y violencia impune por parte
de las oligarquías locales en alianza con las grandes potencias, entre ellas
España.
La lucha es a vida o muerte. Y se intensificará en los próximos tiempos.
En el caso de Siria la valiente y heroica resistencia de ese pueblo, que ha
llevado a la derrota del Estado Islámico en su estrategia de terror, ha creado
un nuevo escenario que no es aceptado por las potencias imperialistas, en este
caso de forma particular por el imperialismo yanqui.
Por ello la agresión parece situarse ahora en coordenadas nuevas. El
imperialismo yanqui, transitoriamente derrotado, y además agraviado por el
imperialismo ruso, parece encaminarse a una intervención militar directa en
este escenario. La instalación de tropas yanquis en territorio sirio, el ataque
directo de sus efectivos contra el ejército árabe sirio, y los nuevos
movimientos de sus medios de guerra así parecen indicarlo. El objetivo que está
detrás de todo ello es Irán, el gran enemigo a batir. El sionismo siempre
marcando el camino al imperialismo de los EE UU.
Al mismo tiempo Donald Trump no para de lanzar amenazas contra Corea del
Norte, y amaga con el aumento constante de la presencia de sus medios de guerra
cerca de la península coreana. Todo ello alimentado de una retórica
imperialista de exigencia e imposición, que es respondida por Pyongyang sin
ceder un punto en sus posiciones.
La fuerte crisis del imperialismo yanqui, unido a la inevitable pérdida de
su posición hegemónica en la competencia mundial, lleva al gobierno de este
país a incrementar sus políticas de guerra y de violencia. Donald Trump es el Presidente
necesario en estos momentos para ese capitalismo desesperado, y dispuesto a
todo.
El Pentágono está en enviar cinco mil soldados más a Afganistán, ante el
fracaso en su intento de controlar la situación militar en ese país. El
gobierno de Mariano Rajoy ya está estudiando su participación en esta nueva
acción de los EE UU.
La posición del gobierno español –hoy el de Mariano Rajoy, pero mañana
cualquier otro formado con las actuales fuerzas parlamentarias- es la de
participar de forma incondicional en la estrategia militar del imperialismo,
como requisito necesario para mantener su posición internacional y obtener una
cuota en el expolio imperialista. Así acepta, sin rechistar, el incremento del
gasto militar hasta el 2% del PIB, como ha exigido Washington recientemente.
En esta situación todos los riesgos de nuevas guerras, más generalizadas y
letales, se incrementan. El imperialismo no dudará en hacer uso de todos sus
medios de guerra en el momento en que lo considere conveniente a sus intereses,
llevando a la Humanidad a un nuevo holocausto.
La responsabilidad para conducir la actual situación internacional, en el
desarrollo de la lucha de clases, está en el campo de las fuerzas obreras y
revolucionarias. Saber responder a esta situación a la altura de las exigencias
del momento histórico es algo determinante para el futuro de la Humanidad.
Una acertada combinación de táctica y estrategia es determinante hoy. Ganar
apoyo popular, articular masa crítica, concertar acuerdos, en la línea del
fortalecimiento clasista de las luchas de la gran mayoría social es
imprescindible. No habrá lucha por la revolución socialista si no se incorpora
una adecuada táctica como parte del proceso de acumulación de fuerzas, para
arrinconar –y después derrotar- a las fuerzas del capital.
Es necesario saber formular acuerdos, compromisos y coincidencias, para
activar una amplísima movilización social contra las políticas de guerra del
imperialismo, y conseguir concretar una línea compartida de intervención
táctica para la acumulación de fuerzas en la lucha revolucionaria.
El PCPE ha formulado su propuesta de
Frente Mundial Antiimperialista como expresión más concreta de esta táctica.
Pero, para ayudar a la construcción de ese Frente, es una herramienta
fundamental el ejercicio práctico del internacionalismo proletario con aquellos
pueblos que sufren de una forma más destacada la agresividad del imperialismo:
Cuba, Venezuela, Siria, Sáhara, Corea, Palestina, etc.
Será esa práctica internacionalista concreta uno de los factores que más
ayudarán a la construcción de la estrategia internacional contra el
imperialismo. Haciendo avanzar las posiciones más amplias contra la guerra
imperialista, y contra sus causas.
El PCPE estará en esa lucha con todas sus capacidades y con todo su
compromiso internacionalista, siempre con la voluntad de alcanzar acuerdos que
fortalezcan esta lucha contra el imperialismo y sus violencias.
Editorial Julio-Agosto de UYL.