Para el aparato propagandístico
que despliega el capitalismo por los medios de comunicación, parece que las y
los jóvenes tenemos que alegrarnos de que llegue la Navidad, y no porque
vayamos a disfrutar de unas vacaciones junto a la familia, sino porque ciertos
sectores van a ofertar toda una serie de puestos de trabajo que nos permitirán
“sacarnos unos ahorrillos” estas fiestas.
No se le escapa a nadie que el capitalismo en el mundo
occidental ha sabido crear alrededor de la Navidad un modelo de celebración
festiva muy centrado en el consumismo, que tiene, por un lado, a unas empresas
que incrementan beneficios y, por otro lado, a una mano de obra con la suerte
—al parecer— de poder ganarse un dinero en Navidad. Y somos, sobre todo, las y
los jóvenes esos agraciados.
Si traducimos toda esa visión de la prensa burguesa, nos
encontramos con que realmente la campaña navideña no beneficia a empresas y a
las y los trabajadores por igual, sino que de nuevo, como toda relación de
producción en el sistema capitalista, estamos ante una contradicción entre una
parte beneficiada y otra perjudicada. La beneficiada es, sin duda, la red
empresarial de comercio, logística, hostelería y transporte, que es la que
precisamente impulsa y difunde este modelo cultural de ocio y celebración a
través de su publicidad, y que multiplica sus ganancias durante la época
navideña. Y no solo lo hace con un aumento de las ventas, sino también con un
incremento de la explotación de la fuerza de trabajo juvenil, que alcanza unos
niveles preocupantes en estas fechas.
¿Y por qué las y los jóvenes? ¿Porque tenemos disponibilidad más
flexible, como dice la prensa, más dispuesta a aceptar empleos temporales?
¿Porque al no necesitar estabilidad estamos interesados en empleos pasajeros
que nos permitan “sacar un dinerito fácil y rápido”? Ese es el perfil que según
las empresas nos hace aptos para estos trabajos. ¿Ahora resulta que la
temporalidad y la inestabilidad que tanto nos dificultan el emanciparnos es lo
que nosotros mismos pedimos? Lejos de lecturas tan malversadas, lo que hace el
capitalismo es aprovecharse, en esta temporada, del ejército de parados jóvenes
que ha creado con su crisis para que las empresas puedan remontar su tasa de
ganancia, un ejército de parados al que, dada su preocupación por su futuro, se
le pueden ofrecer unos puestos de trabajo cada vez peor remunerados y más
temporales.
Por ello realmente es algo generalizado que en Navidad los y las
jóvenes ocupemos puestos de trabajo en los mencionados sectores (hostelería,
transporte, logística y comercio), que hoy en día son el verdadero “espíritu de
la Navidad”, junto al ocio consumista que promueven. Y este año, concretamente,
van a ser muchos: la empresa de Recursos Humanos Randstad prevé que sea la
“mejor campaña navideña de la historia” en España, al crearse 338.000 puestos
de trabajo (un aumento del 15% respecto al año pasado). Son muchos los medios que
se han hecho eco de estos datos, y los que lo presentan como un claro indicio
de lo que llaman “la recuperación”, y como una oportunidad para que los jóvenes
nos enganchemos al mercado laboral y podamos optar, pese a la generalizada
temporalidad de estos puestos de trabajo, a conseguir un puesto fijo en alguna
de las empresas que nos explote —que nos de empleo, en su lenguaje— en Navidad.
No es paradójico, sino simbólico, que la empresa que ha aportado
estos datos junto a este optimista análisis sea precisamente una ETT: la
temporalidad va a ser precisamente la característica fundamental de nuestros
contratos navideños. Más de la mitad de los contratos no superarán el mes de
duración, y 450.000 de los mismos serán de una semana. Ya veremos si al acabar
las Navidades la prensa burguesa también nos explica a los jóvenes cómo llegar
a esa “recuperación” a través de este aumento hasta lo preocupante de la tasa
de temporalidad de nuestro trabajo.