Para proteger a mujeres embarazadas, a la infancia y a las generaciones
futuras de las enfermedades derivadas de la exposición a disruptores
endocrinos, necesitamos normativas basadas en la ciencia y no en criterios
empresariales.
¿Qué ocurriría si fuésemos conscientes de que ponemos unas dos muertes al
día para producir beneficios empresariales? Quizás sea por eso que los medios
burgueses evitan publicar contadores de mortalidad acumulada en el puesto de
trabajo. Sin dudar, la solidaridad obrera se fortalecería sumando los
accidentes laborales, en tendencia creciente tras la última contra-reforma
laboral. Destacamos un incremento mayor, en términos relativos, de la
siniestralidad en trabajadoras jóvenes con jornada parcial y contratos
temporales. Deberíamos recordar el cáncer de origen laboral que arroja cifras
oficiales de mortalidad ridículamente pequeñas que confrontan con las miles de
muertes atribuibles al riesgo químico y estimaciones de cerca de 10 000 casos
de nuevos diagnósticos anuales de cáncer en el estado burgués español.
Así debe
ser para mantener la tasa de ganancia, por lo que la patronal dicta las normas
necesarias para minimizar al máximo las compensaciones por el deterioro de la
salud del pueblo trabajador. Señalemos el cáncer de pulmón por el que el
amianto sigue provocando más de 100 000 muertes al año en todo el mundo, como
uno de los numerosos ejemplos mediante los que se asesina a la clase obrera en
el proceso de generación de beneficios. Efectivamente, la patronal, organizada,
sabe pulsar los resortes a su servicio. Tal es así, que se ha conocido una
noticia que ofrece una perspectiva de enfermedades insidiosas en el ámbito
laboral, así como en la población general. Concretamente, la Comisión Europea
(CE) publicó el 15 de junio los criterios de identificación de disruptores
endocrinos.
Cabe mencionar el proceso como una muestra más de la necesidad de que la
clase obrera se libere de la Unión Europea (UE). La Dirección General de Medio
Ambiente quedó encargada por la CE para establecer antes del fin de 2013 los
criterios para identificar un grupo de peligrosos compuestos químicos,
denominados disruptores endocrinos, ante las incontestables evidencias
científicas: alteraciones hormonales de graves consecuencias que no sólo
afectan a trabajadoras y trabajadores, sino que incluso poseen la capacidad de
producir enfermedades y secuelas de por vida a sus hijas e
hijos. A tal fin, científicas y científicos propusieron un sistema semejante a
los criterios de identificación de compuestos cancerígenos que hubiera supuesto
una mejora de la protección de la salud del pueblo trabajador. Como es de
esperar, la CE, defendiendo a ultranza el sistema capitalista, se conmocionó y
movilizó, instantáneamente, cuando la patronal apuntó el impacto económico por
la potencial prohibición de compuestos fitosanitarios, utilizados en
explotaciones agrarias, y biocidas, tales como desinfectantes y pesticidas de
uso en espacios cerrados. La CE, actuando como marioneta de la patronal,
transfirió el encargo a la Dirección General de Salud y Seguridad Alimentaria
que demostró un criterio mucho más adecuado a los intereses de los principales
lobbies del sector y una delicadeza exquisita para no entorpecer “tratados
internacionales”, es decir TTIP.
A raíz de ello, la Sociedad de Endocrinología, antigua y prestigiosa
organización científica a nivel internacional en dicho campo, manifestó, con
preocupación y decepción, que “la propuesta de la CE deja de proteger
la salud pública” al existir más de 1300 estudios científicos que
demuestran que los disruptores endocrinos producen infertilidad, diabetes,
obesidad, cánceres hormonales y trastornos neurológicos1, apuntando lo
evidente: los criterios deben ser estrictamente científicos.
En otras palabras, a la clase obrera se le muestra un motivo más para que
se organice y luche para acabar con el capitalismo frente a la consecuencia de
que trabajadoras y trabajadores suframos las más inquietantes enfermedades
derivadas de nuestra actividad laboral de las que nuestra descendencia no
quedará libre.
1 Endocrine Society. 15
junio 2016. https://www.endocrine.org/news-room/current-press-releases/european-commissions-overreaching-decision-fails-to-protect-public-health.
Olga
Lepechinskaia