La palabra "bullying" es un término anglosajón
que hemos podido conocer a través de series de televisión, películas e incluso
juegos de consola. En ellos se trata el tema más bien con frivolidad, como si
fuese un problema anecdótico y liviano, cosa de críos, sin embargo los estudios
se encargan de contradecir esta idea. Según un test1aplicado en el 2000 en la mayor
parte de los colegios e institutos del estado se dan casos de acoso escolar,
estando implicados entre el 22% y el 35% de los alumnos dependiendo del nivel
educativo. Otros estudios afirman que entre un 5% y un 10% de los alumnos entre
10 y 15 años sufren acoso.
Es por tanto un problema sistémico de nuestro modelo educativo, el
acoso se da como algo natural y no sale a la luz más que ocasionalmente, lo
cual permite su continuidad.
¿Pero qué es exactamente el acoso escolar? Se trata de la
agresión verbal, física o psicológica por parte de alumnos reconocidos
socialmente contra otros alumnos incapaces de defenderse. Los insultos, el vacío social, o la agresión física serían inconcebibles
sin la complicidad del resto de los alumnos, a veces incluso
del profesorado y los padres, aunque estos dos últimos grupos no suelen
detectar el problema, lo desconocen. Y lo desconocen porque toda una clase se
vuelca contra uno o varios alumnos, es el grupo contra el individuo, un grupo
liderado por los agresores principales. Según los estudios estos agresores tienen el reconocimiento de sus
compañeros entre otras cosas por su ascendencia social, si se
pertenece a una clase social más alta el reconocimiento es mayor. Un alumno que
viste a la moda, cuyos adres conducen un mercedes, que se va siempre de
vacaciones a lugares exóticos está bastante mejor visto entre sus compañeros
que un alumno que nunca habla de sus vacaciones (porque nunca puede irse a
ningún sitio) y que apenas le da para comprase el material escolar. Queda
claro, por tanto, que la lucha de clases se refleja también en el acoso
escolar.
Pero si se quiere entender el drama del acoso que afecta a este
país, y más todavía a las clases más bajas, hay que entender que no se trata de
simples insultos o de un tortazo de vez en cuando. Son la constancia de las humillaciones (verbales o físicas), la soledad y
el sentirse observado permanentemente los que hacen de la escuela en una
auténtica tortura. Y peor aún, esta tortura se traslada a casa a
través de las nuevas tecnologías, el acoso en las redes sociales no tiene
horarios y queda registrado, se da a cualquier hora y no se borra fácilmente.
La losa que supone tal presión social puede llevar a sus víctimas al
suicidio, se trata en realidad asesinato ya que las víctimas son llevadas por
sus agresores hasta el límite, su voluntad de vivir es
debilitada a diario. Un ejemplo de esto es el reciente caso de Diego2que a diferencia de
otros casos ha salido a la luz. Las personas que suelen sufrir el acoso son
tranquilas, poco dispuestas a pelear, lo cual las hace más vulnerables ya que
el agresor se aprovecha de esto, de que no le plantará cara. Con cada nueva agresión la víctima se muestra aún menos proclive a
defenderse y esto reafirma la actitud del agresor, la situación se
retroalimente sin una salida clara.
Por otra parte, la solución lógica a este problema es la
denuncia, pero es inútil esperar que las personas que sufren este acoso denuncien a sus
agresores, no ya ante un tribunal, ante sus padres o
profesores, tienen miedo. El miedo a la represalia se traslada hasta casa, la
víctima no se atreve a denunciar que sufre acoso, ni a decírselo a sus padres,
ya que teme que haya una represalia al día siguiente en el colegio. El acoso
envuelve la vida de la víctima en todos sus aspectos, es una constante que
vuelve desgraciada la vida de esa persona, la cual intentará buscar espacios en
los que pueda librarse de ese acoso, no siempre con éxito.
Otra solución lógica, pero igual de improbable es la de que estas personas que sufren acoso aprendan
a defenderse sin ayuda de nadie. Tampoco podemos esperar a que
esto suceda, la víctima está desarmada ante sus agresores mientras que no
reciba apoyo, y cada día estará más desarmada. Por ello el apoyo externo es
totalmente vital para la supervivencia de estas personas.
Cabría preguntarnos qué es lo genera este problema sistémico y
aunque no hay una causa clara si es cierto que los estudios inciden en dos aspectos: Por
un lado la falta de valores y educación solidaria en la escuelas,
los niños crecen en un ambiente que no potencia la idea de colectivo solidario
sino de un colectivo jerarquizado basado en el individualismo; por otra parte
señalan también como causa el ambiente familiar de los agresores y agredidos, donde
la clase social a la que pertenecen juega un importante papel en la
determinación de su personalidad.
Visibilizar este problema y mejorar las herramientas para
identificar y ayudar a las víctimas del acoso escolar es prioritario a corto
plazo. No obstante la solución al acoso escolar va más allá y es doble: Por un
lado una educación infantil que potencie la idea del colectivo como grupo
solidario y no un conjunto de individualidades; y por otro la
mejora y equiparación del nivel de vida de la sociedad en su conjunto, de tal
forma que se eviten casos de familias desestructuradas o con mal
funcionamiento. La mejora del nivel de vida y un profundo cambio del sistema educativo
sólo llegarán con el socialismo, otra razón más para cambiar este sistema
contradictorio y voraz.