Las
aulas de las universidades cuentan cada vez con más mujeres, incluso aquellas
carreras en las que históricamente han predominado los hombres, pero ¿qué pasa
una vez acabada la carrera? Los datos elaborados por el Instituto Nacional de
Estadística nos revelan que las licenciadas tardan más tiempo en encontrar un
empleo y, al obtenerlo, lo ocupan mediante contratos con peores condiciones
laborales. En resumen: prácticas y períodos de prueba interminables, contratos
temporales, jornada a tiempo parcial y menor salario.
Según el informe elaborado por el Ministerio de Educación, Cultura y
Deporte sobre el sistema universitario español [1], la distribución de los
estudiantes de nuevo ingreso de Grado en las universidades públicas
presenciales en el curso 2012-2013 era equitativa. Y no era únicamente
equitativa, sino que las mujeres superaban en número
a los hombres en algunas de las formas de admisión. Por
ejemplo, tomando como referencia la forma de acceso que realizan un mayor
número de personas, la PAU, los estudiantes que accedieron a la universidad
mediante esta prueba fueron un 72,5% hombres y un 73,9% mujeres.
En el sistema
universitario español aun contamos con carreras universitarias eminentemente
masculinas y también femeninas aunque, en términos generales y gracias a estos
datos, podemos afirmar que la mujer se ha incorporado completamente a la
formación universitaria. Sin embargo, esta incorporación al mundo académico no
ha tenido la misma reacción en el mundo laboral: a pesar de la gran cantidad de
mujeres con título universitario, se encuentran con una situación complicada y
llena de obstáculos a la hora de buscar trabajo.
Un artículo muy
reciente del periódico El País [2] nos presentaba los datos extraídos de la
última encuesta del INE sobre la situación laboral en el año 2014 de los
titulados en el año académico 2009-2010. En el 2014, 74,1% de mujeres se
encontraba trabajando, frente a un 78% de hombres. Como consecuencia, el número
de mujeres que no ocupan un puesto de trabajo es mayor, incluyendo aquellas que
se encuentran en paro (19,2%) y aquellas que se encuentran en lo que el
Instituto clasifican como "inactividad" (6,8%). Las causas de esta
inactividad son muy variadas y también dependen del género, donde la mayor
diferencia la encontramos en la inactividad por labores del hogar, que supone
un 11% entre las mujeres y tan solo un 1,5% entre los hombres.
Para analizar más a
fondo la situación de las tituladas en el mercado laboral es muy interesante
hacer referencia al tipo de trabajo según el género. Existe muy poca diferencia
entre el número de becarios hombres y mujeres, si bien en el resto las
diferencias son notables. Por una parte, los hombres superan en un 7% los
contratos permanentes, mientras que las cifras de mujeres con un contrato
temporal son de un 38,5% frente a un 27,2% de los hombres. Por otra parte, el
porcentaje de trabajadores autónomos es de12,8% , reduciéndose el porcentaje de
mujeres que trabajan por cuenta propia a un 8,1%.
Gracias
a los datos elaborados por el INE podemos hacernos una idea global de la
situación de la mujer en el mundo laboral. Sin embargo, es necesario añadir
un indicador más que nos muestra cómo se ejerce la explotación en el
capitalismo: el salario. En la Encuesta Anual de Estructura Salarial [3]
desarrollada por esta misma institución se tienen en cuenta situaciones
laborales similares que inciden en el salario, contabilizando el salario por
hora para poder comparar las jornadas completas y parciales. Considerando la jornada a tiempo completo, en el año 2012, el
salario de la mujer representaba el 84,9% del salario del hombre y, en la
jornada a tiempo parcial, este porcentaje asciende a un 90,5%.
Con todos estos datos
podemos analizar de manera objetiva la situación de la mujer titulada al
acceder al mundo laboral, donde predominan los contratos temporales y las
jornadas parciales, sin olvidar la doble jornada que no acaba al salir del
trabajo. Además, las crisis económicas empeoran aún más este estado,
posicionando a las mujeres en una situación aún más dificultosa. Por todo ello,
hemos de luchar por la igualdad, no dentro del capitalismo, sino bajo
condiciones materiales diametralmente diferentes.