Hablemos de prioridades. En
el Estado español, la sanidad pública ha rebajado sus presupuestos
–especialmente a partir del año 2012- en 10.000 millones de euros, casi el 16,3
%.
Descenso del número de camas de hospital, copago
farmacéutico, exclusión de 400 medicamentos de la subvención pública, retirada
de tarjetas sanitarias a inmigrantes… son algunas de las medidas de recorte
sanitario. Uno de sus indicadores, el aumento de las listas de espera: si en
2009 quienes esperaban más de seis meses para ser operados eran el 5%, en 2013
ya suponían el 13,7%.
El recorte en personal ha sido también importante. Solo
en la Comunidad de Madrid, entre 2011 y 2013, la sanidad pública perdió el 19%
de su personal.
Todo esto –que afecta a la calidad de vida de miles de
personas, y que en ocasiones les cuesta su propia vida- apenas tiene espacio en
los medios españoles. Medios dedicados –eso sí- a la condena permanente de los
gobiernos que reman en dirección contraria, y apuestan por la protección social
de las capas sociales más vulnerables.
Es el caso de gobiernos demonizados como el de Cuba,
Venezuela, Ecuador, Argentina o Bolivia. Y ahora en Europa, el de Grecia.
Por eso sorprende mucho -¡muchísimo!- leer, por vez
primera en años, la noticia de un logro en el campo de la salud pública de uno
de esos países “díscolos”: Cuba. En decenas de medios leíamos que la
“Organización Mundial de la Salud ha validado que Cuba es el primer país en
erradicar la transmisión del SIDA de madre a hijo”.
Es algo muy extraño que un logro de Cuba haya pasado el
filtro de la censura de los grandes medios. Tan extraño que uno piensa ¿habrá
gato encerrado? ¿O serán nuevas orientaciones estratégicas de quienes dirigen
–a distancia- su política informativa?
Texto
original
Hablemos de prioridades: política de salud en Cuba y
España
Sergio Casal* -
Cubainformación.tv- En
política, establecer prioridades es fundamental de cara a la imagen posterior
que de uno tenga la opinión pública. Así, una buena gestión debe ir acompañada
de una buena política de comunicación. Pero si se pierden ambas, la política se
convierte en espectáculo mediocre.
En el sistema capitalista, arraigado en casi la totalidad
del planeta, las prioridades se han establecido en base a dos grandes
corrientes políticas con prioridades supuestamente bidireccionales. En
socialdemocracia, históricamente, se ha hablado de justicia social, bienestar e
igualdad. En neoliberalismo, de libertades individuales, derecho a la propiedad
privada y libertad de mercado. Con el paso del tiempo, hemos visto como el fin
último del capitalismo en todas sus formas se ha ido imponiendo sobre estas
prioridades: el beneficio económico.
Observamos día a día como este fin abarca y absorbe todos
los campos de producción cultural. Los medios de comunicación, especialmente la
televisión –por ser el mayor medio de socialización aun a día de hoy–, han
supeditado el valor diferencial de la calidad periodística en favor de la
denominada lógica del audímetro. La audiencia es el más importante de los fines
que persiguen los mass media. No es de extrañar que un medio de comunicación
adapte su agenda temática en base a tendencias y no a necesidades reales
cuando, la propia política, se ha convertido en occidente en un espectáculo de
masas cada vez más centrado en entretener y en crear corrientes de opinión
“pop” que en ser una herramienta imprescindible para mejorar la vida de las
personas y la democracia.
Otro campo al que se puede extrapolar esta lógica es el
de la Salud. En España, tenemos que observar con impotencia cómo un gobierno
que acusa constantemente a países como Cuba y Venezuela de ser dictaduras
sangrientas y antidemocráticas, recorta una cantidad indecente de recursos
económicos en sanidad (camas de hospital, vacunas contra la Hepatitis C, copago
farmacéutico, retirada de tarjetas sanitarias). Además, todo esto se ve
agravadocuando escuchamos cómo el presidente del Gobierno nos pide “hacer más
esfuerzos” porque no hay dinero. Eso sí, mientras, la corrupción crece en cada
rincón de la vida política española: la financiación ilegal del citado partido
de gobierno; las tramas Gürtel, Púnica, Pokémon, Campeón; los ERE de Andalucía
y los cursos de formación; el desfalco de las preferentes y las cajas de
ahorro; el rescate a la banca; etcétera. ¿Para qué no hay dinero?
Todo esto viene a cuento porque en el día de ayer, me
llegaba la noticia de que en la "sangrienta y autoritaria" Cuba, se
había logrado uno de los mayores hitos médicos de los últimos tiempos:
¿Para qué queremos, por ejemplo, una televisión con
trescientos canales si no podemos ver ni un sólo programa de calidad en ellos?
¿De verdad no hay dinero tampoco para pagar la vacuna a los pacientes de
Hepatitis C? ¿Ni para restablecer camas de hospital? ¿Y para qué queremos a la
Unión Europea si nos quiere convertir en un paraíso de mano de obra barata al
servicio de Alemania? En España hay mucho talento, más que en muchos países de
la eurozona, pero no existe un Gobierno comprometido con ese talento. Mientras
seguimos criticando a Cuba, ellos avanzan en dirección al progreso humano.
Nosotros nos hundimos en el pozo de la incertidumbre, sin prioridades
políticas. Con el beneficio económico de unos cuantos como único fin.