Cuando decimos que la burguesía aprovecha la crisis
estructural del sistema capitalista para agudizar la explotación de la clase
obrera no es mera palabrería. Tampoco bromeamos cuando aseguramos que, dentro
de lo que viene a ser la clase obrera, la juventud es especialmente golpeada
por las agresiones del enemigo de clase, sufriendo peores salarios y
condiciones laborales más miserables si cabe.
Una de las
herramientas de las que se valen los monopolios para extraer mayores ganancias
de la juventud trabajadora son los contratos de prácticas.
Aprovechándose de que los jóvenes
trabajadores dan sus primeros pasos en el mercado laboral,
los empresarios sacan a relucir la excusa de la formación para imponerles
condiciones de trabajo miserables.
El mayor logro de la burguesía en este
aspecto es hacer creer a una mayoría de jóvenes de extracción obrera que estos
contratos son beneficiosos, al menos en cierta medida, para ellos. Así lo
corrobora un estudio elaborado y publicado recientemente por la OCDE, según la
cual el 83 % de las personas jóvenes aseguraban que el contrato de
prácticas les facilitan el camino hacia la obtención de un empleo.
Pero la realidad es amarga y lo cierto
es que sólo el 33 % de las personas que trabajan contrato
de prácticas mediante acaban quedándose en la empresa con otro contrato de tipo
laboral y su sueldo correspondiente. El resto vuelven a engrosar las
filas del paro.
Y es que los monopolios, de manera
recurrente, utilizan este contrato para obtener mano de
obra baratísima o incluso gratuita por un determinado período
de tiempo, acabado el cual proceden a prescindir de ella y a renovarla,
habiendo muchas personas dispuestas a ocupar ese sitio. El 58 % de los que curran en prácticas no perciben ningún tipo de
salario por su trabajo. De la cifra restante, una inmensa mayoría
obtiene una cantidad miserable, a todas luces insuficiente para sobrevivir.
Y mientras todo esto sucede, en las
aulas de las universidades se repite machaconamente, casi como un mantra, a los
estudiantes la necesidad de formarse al margen de las
clases teóricas, adquiriendo experiencia laboral a toda costa. Se
señala como algo positivo tener prácticas en cuarto o al acabar la carrera,
aunque éstas sean gratuitas o aunque haya que pagar con ellas, que es lo que
sucede en muchas ocasiones (pues los universitarios, por ejemplo, pagan la
"asignatura" de prácticas, con sus correspondientes créditos).
Los datos que nos ofrece la OCDE
muestran un panorama inquietante en lo que respecta a este asunto en España. Y
es que nuestro país se sitúa entre las primeras posiciones dentro de la
Unión Europea en cuanto a jóvenes trabajando con contrato de prácticas.
Sólo es superada por Eslovenia.
Los medios de
comunicación de la burguesía, lejos de denunciar la situación, la presentan
como algo positivo. Aseguran que este hecho facilita la "transición"
entre el mundo académico y el laboral.
Al reflexionar sobre este asunto, los
comunistas no podemos evitar pensar en el modelo soviético, dónde los jóvenes acababan sus estudios universitarios y acto seguido
pasaban al mundo del trabajo con un puesto asegurado en alguna empresa,
percibiendo el mismo salario que los obreros de mayor edad y de cualificación
similar. ¡Cuan diferente del panorama español, dónde acabamos los estudios y
tenemos que buscarnos la vida en cualquier empresa realizando un trabajo casi
esclavo!
La lógica del sistema nos atrapa en este
callejón. La crisis de sobreproducción del sistema capitalista nos fuerza a hacer piruetas para lograr un empleo, por miserable que
sea; en esa carrera de fondo todo cuenta. También el currículum. Multitud de
jóvenes justifican los contratos en prácticas por su aportación al currículum.
Tienen la esperanza de poder obtener, luego, un trabajo mejor y por ello
aceptan, ¡qué remedio les queda!, ser explotados sin piedad por la burguesía.
Pero, desde luego, todos estos jóvenes
no están contentos con su situación. Saben o notan que los empresarios se están aprovechando de ellos, que les están
tomando el pelo, van atisbando lo insostenible de la situación
actual.
Y es que la burguesía, conforme aumenta
sus bárbaras condiciones de explotación, va creando las condiciones para que
nos demos cuenta de la necesidad de superar la
situación actual.
Domènec Merino es miembro del Comité
de Redacción de Opinión de Tinta Roja.
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