Por orden de aparición en
cualquier discusión sobre lo poco apropiado que resulta definir como “fiesta
nacional” a una bárbara tortura animal:
1. “Es una tradición”. Es una falacia clásica,
también conocida como argumentum ad antiquitatem. Que algo sea antiguo
no significa que sea bueno. La prostitución, la tortura o la esclavitud son
tradiciones aún más viejas que la tauromaquia.
2. “Sin corridas, el
toro de lidia se extinguiría”. Bastaría con que los ayuntamientos
gastasen en reservas naturales una cuarta parte de lo que hoy emplean en
subvencionar la tortura animal para evitar tal drama. El lince ibérico también
está en peligro de extinción, y nadie defiende que la solución sea torearle.
3. “El toro no sufre”. Hay un veterinario,
jaleado por el lobby taurino, que dice haberlo demostrado
científicamente por medio de unos misteriosos microchips, que ha implantado en
algunos toros. De momento, su importante descubrimiento sólo ha sido publicado
por la prestigiosa revista científica 6 toros 6. Ya que su investigación
está tan avanzada, le recomendaría que probase ahora con humanos. Si no
encuentra voluntarios, cosa probable, que empiece él mismo con las banderillas.
4. “También se mata a
los terneros”. Pero el ternero, según la ley, debe ser sacrificado con el menor dolor
posible, y al toro se le tortura. En Catalunya, la ley de maltrato animal
recoge a los toros de lidia como excepción. Si toreasen a una oveja,
incurrirían en un delito penado con cárcel.
5. “Es una pelea de
igual a igual entre el hombre y el toro”. ¿Igualada? No hay más que ver cómo suele
quedar el marcador.
6. “Los que quieren
prohibir los toros son independentistas catalanes, contrarios a la fiesta
nacional”. Pues yo vivo en Madrid y nací en Torresandino, Burgos.