“ España se ha convertido en un país
de asesinos y asesinados, un país donde se detiene a la gente por capricho, y
se la tortura después de detenerla, y luego, se la mata … Un país donde ya no
hay tribunales que merezcan ese nombre, ni jueces imparciales, ni abogados que
defiendan a los procesados, ni derechos, ni garantías, nada, solo fosas
abiertas en las tapias de los cementerios.”
Almudena
Grandes.
En España, se oyen, de nuevo voces que claman justicia. Voces y
gritos que resuenan más allá de nuestras fronteras. Después de muchos años de
silencio y mentiras, los familiares de los “desaparecidos” del franquismos,
reclaman la verdad, sin recurrir a la venganza. Verdad y justicia. Nada más,
pero nada menos.
Sin abandonar jamás, sin rendirnos, durante muchas décadas
imploramos esa justicia y esa verdad en este país. Pero jamás la obtuvimos.
Nuestras demandas legales, nuestras voces, nuestros gritos …, se
perdieron al igual que los quejidos de nuestros familiares en el largo y oscuro
silencio de la noche de este país, demostrándonos una vez más que la ley, que
la justicia poco o nada tiene que ver con la verdad, porque cuando la ley toma
partido por una postura determinada e intransigente, hablar de igualdad es poco
menos que una quimera. Es poco menos que un gran engaño.
Ya hemos aprendido que las detenciones en el trabajo, en el
campo ,en la fábrica, en el dormitorio de sus casas … de las detenciones
en plena calle a las frías y sucias paredes de un lúgubre calabozo…, de los
ultrajes, de los golpes y humillaciones … antes de ser despojados de todas sus
pertenencias, objetos personales y documentos que acreditasen su
identidad,… el miedo, el horror, el terror, son hechos ciertos. Todo lo demás,
el paredón, los disparos, la oscura fosa común.. la ocultación de sus cuerpos,
la desaparición física y documental , … es la verdad.
Una verdad que comienzan a conocer en primera persona, en
Argentina y en la Organización de las Naciones Unidas (ONU), a través de los
testimonios y la aportación de pruebas de familiares y Asociaciones
memoralistas, para vergüenza de este país. Allí , la voz de la memoria, …
nuestra memoria … ha comenzado a pronunciar nombres, ha comenzado a contar
historias, ha comenzado a mostrar los rostros … a gritar y pedir justicia. ¡¡
Justicia universal¡¡ . Una justicia, que antes o después, sin ningún lugar a
dudas llegara. Aquí o allí. Porque estamos decididos a romper el silencio y con
la voz de la memoria … salir de él. Para que de una vez por todas se conozca la
verdad.
Autor: Rafael Espino Navarro