El Gobierno ordena a los medios; los medios ordenan al pueblo El pasado viernes, 3 de diciembre, el Gobierno aprobó un Real Decreto en el que se ejecutaba un nuevo retroceso en los derechos de la sociedad española en su conjunto.
Se trataba de la eliminación del subsidio especial de desempleo tras agotar la prestación contributiva, de 426 euros mensuales,que en la actualidad cobran casi 700.000 personas y que sostiene a casi dos millones de familias.
Además, se aprobaron otras medidas, como una nueva rebaja fiscal a las PYMES, la venta a manos privadas del 30% de Loterías del Estado y la privatización también del 49% de AENA (aeropuertos de Barajas y el Prat en su totalidad, pues son los únicos que hoy en día dan beneficios y, por lo tanto, los más deseados por el capital privado).
El colectivo de controladores aéreos, al conocer en detalle el texto del real decreto, que amenazaba con endurecer sus condiciones de trabajo al pasar a gestores privados, realizó una protesta espontánea, ante la imposibilidad de convocar una huelga oficial con la antelación legal suficiente.
A partir de aquí empezó el caos mediático, bien orquestado por el gobierno:
Se les comunica a los controladores aéreos que deben realizar más horas de trabajo a pesar de tener el cupo anual cumplido, cuando aún faltan unos días para que termine el año.
El colectivo se rebela (¿quién no?) y el gobierno, que esperaba esta respuesta de antemano, declara el ESTADO DE ALARMA, militarizando en cuestión de horas a un colectivo civil de trabajadores.
El resto de las consecuencias que esta acción fascista ha conllevado es de sobras conocido. El revuelo mediático ha sido inmenso, presentando a los viajeros del puente de la “Inmaculada Constitución” como víctimas desamparadas y a los controladores aéreos como unos privilegiados sinvergüenzas, que utilizan la extorsión y el chantaje para mantener sus privilegios.
Vaya por delante mi apoyo al colectivo de controladores; a pesar de su alta cualificación y la especificidad de sus tareas, de alto riesgo y grandes responsabilidades personales (algo que hay que remunerar con elevados sueldos, no me cabe duda) son trabajadores asalariados, mientras que el gobierno es el poder establecido, que no duda en recurrir al ejército para suspender derechos constitucionales, como haría cualquier conspirador golpista que se precie.
Mientras exista un estado democrático de derecho, término al cual recurre el propio gobierno cuando le interesa apelar al sistema electoral que le mantiene en el poder, el ejército calladito y a los cuarteles, en todos los casos.
Pero la cortina de humo quedó bien construida: escándalos en los aeropuertos por miles de personas atascadas en el puente vacacional; criminalizacióny linchamiento de los controladores (los funcionarios ya no están solos, los sindicatos combativos tampoco); y plebiscito popular a favor de sacar los militares a la calle (se pierde en la memoria el recuerdo de la dictadura militar, visto lo visto).
Este circo mediático, fiel servidor del poder económico que los sustenta y dirige en la sombra, que mantiene un pacto de sangre con el poder político regulador y fiscalizador de sus contenidos, ha conseguido con éxito camuflar la gravedad de un nuevo decretazo del gobierno; como los habidos en primavera para el recorte de salarios y para la reforma laboral, camuflados entonces por la solidaridad universal del pueblo español con La Roja, la selección futbolística que nos llevó a todos al nirvana espiritual del éxito.
La gravedad, digo, de un decretazo que deja desamparadas a casi 2 millones de familias (muchas más de las que habían en los aeropuertos el pasado fin de semana) y a las que no se les ofrece otras alternativas que la creación de unos cuantos orientadores laborales, que quizás les enseñen a buscar empleo en otros países; no en este, porque no lo hay.
Sólo en el periodo 2008-2009 hubieron más de 300.000 desahucios de viviendas, cuyos potenciales propietarios fueron incapaces de afrontar los pagos de los préstamos hipotecarios, al haber sido despedidos de sus empleos.
Muchos de ellos fueron a vivir a casa de algún pariente, otros a los albergues municipales; e incluso hubo quien, soga en mano, decidió ahorcarse en mitad de una plaza pública (L’Hospitalet, Barcelona). En aquel momento, los poderes públicos no propusieron alternativas para los desahuciados; observaban en silencio las acciones de los secretarios judiciales, acompañados en comandita por algunos miembros de las fuerzas del orden, más algún cerrajero dispuesto a rubricar el traspaso de dominios en la vivienda enajenada.
Los falsimedios tampoco añadían más a lo acontecido; fieles relatores de tan desgraciada acción, no encontraban columnistas que denunciaran el agravio, que clamaran por la congelación en las hipotecas, que pusieran el grito en el cielo, exigiendo a las instituciones una implicación en los hechos, ofreciendo alternativas al recién expulsado y a su familia.
No, la noticia acababa aquí, el final no era feliz, el miedo atenaza a la población, la desesperación campa a sus anchas, en la que era cacareada como gran potencia mundial, no hace ni una década…
Tampoco ahora la eliminación del último recurso para los desempleados, el subsidio que con ironía bautizaron como PRODI, parece digno de demasiado eco en los medios de comunicación del régimen.
Páginas y ríos de tinta para criminalizar y linchar a esos trabajadores tan privilegiados, los controladores aéreos. Vítores y clamores a favor de militarizar su trabajo. La opinión pública, refrendando con energía las acciones de los políticos venidos al régimen castrense: ARRIBA ESPAÑA.
Lo malo es que los desahucios continúan, el desempleo avanza, la falta de alternativas o respuestas de esas instituciones se perpetúa, los niveles de pobreza se crecen entre la población, la miseria toma las calles y nadie está libre de ser el siguiente.
Militarizarán más empleos; despedirán a más obreros, desahuciarán a más familias. Pero eso sí, los vuelos navideños están garantizados.
Camuflaron bien la medida, pero en silencio (?) iremos convirtiéndonos en unos de los países más injustos de esa maldita Europa de los mercaderes.
¿por qué no despertamos de una vez? ¿por qué no comprendemos al fin en qué lado nos quiere ver el gobierno, el capital y los sindicatos sumisos?
Debemos salir a la calle para pelear por nuestros derechos arrebatados, como están haciendo en el resto de Europa, donde la mayoría no tiene tantos motivos como nosotros.
DESPERTEMOS DE UNA VEZ CON OTRA HUELGA GENERAL.
