Este 8 de marzo desde el PCPE y su juventud llamamos a la lucha de las
mujeres trabajadoras para enfrentar las duras condiciones laborales y de vida
que son nuestra realidad cotidiana.
Las mujeres soportamos además una carga
desproporcionada de trabajo no remunerado, socialmente necesario y realizado a
beneficio de la sociedad en general y del género masculino en particular, que
suple la falta de gasto público en servicios sociales e infraestructuras y
permite la subsistencia de las vigentes relaciones de producción.
Estos servicios gratuitos vinculados al ámbito doméstico y al cuidado,
encuentran su expresión en el mercado laboral en términos de desvalorización de
la fuerza de trabajo femenina. Una vez incorporadas al trabajo asalariado,
tanto a jornada parcial como completa, no se abandona el trabajo familiar y el
tiempo que las mujeres le dedicamos casi duplica al de los hombres.
Las desigualdades se han convertido en abismos y aumentan día a día:
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El paro femenino es del 18,35%. En enero, de cada
4 nuevas personas en paro 3 fueron mujeres.
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La cobertura de las mujeres en paro es 10 puntos inferior a la de los
hombres. Sólo 1 de cada 2 paradas cobra algún tipo de prestación,
siendo mayoritariamente una prestación asistencial (62 %).
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Las mujeres tenemos considerablemente menos posibilidades de participar en
el mercado laboral: un millón y medio de mujeres menos que de hombres
incorporadas a la actividad y 1,6 millones menos de mujeres ocupadas que
hombres.
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La brecha salarial se sitúa para todas las escalas salariales en un 30
por ciento menos, alcanzando en hostelería donde las mujeres constituyen
más de la mitad del empleo un 45,63% menos del salario medio anual masculino.
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La precariedad laboral afecta especialmente a las mujeres, con una
masiva feminización del empleo a tiempo parcial. El 75% de las
personas empleadas a tiempo parcial son mujeres, mayoritariamente de forma no
voluntaria.
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Las mujeres que sí eligen el tiempo parcial lo hacen como primer motivo por
la necesidad de combinarlo con el cuidado de los hijos, en los
trabajadores a tiempo parcial apenas aparece esta motivación.
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Un 30% de los contratos temporales firmados por mujeres tiene
una duración que no supera 1 semana.
Trabajadora, tu lucha decide porque somos parte fundamental de la clase
obrera, quienes todo lo producimos. Millones de campesinas, obreras,
inmigrantes y emigrantes objeto de expolio y abusos. El sistema necesita
nuestras discriminaciones y obtiene resultados en sus balances contables: sólo
con la brecha salarial las empresas ganan 42.000 millones más al año.
Somos víctimas de las guerras imperialistas y de la crisis general del
capitalismo decadente; porque somos trabajadoras explotadas del campo y de la
ciudad, estudiantes excluidas, paradas, jubiladas y pensionistas a quienes
se nos está privando del pan, la casa y el agua, de una remuneración y
condiciones de trabajo dignas, de paz, pero somos también mujeres organizadas y
luchadoras revolucionarias.
Luchamos y lucharemos contra la opresión de la mujer trabajadora, contra un
orden social que aprovecha y necesita esa opresión como engranaje de su
dominación y como válvula de escape de las tensiones que tal orden social crea.
Luchamos y lucharemos contra la violencia patriarcal que es una de las formas
que asume la brutalidad de un sistema político-económico- social, el
capitalista, violento todo él desde sus podridas raíces.
Luchamos y lucharemos por construir una sociedad en la que la mujer
trabajadora vea garantizados, en el plano material, y no solo en lo abstracto,
su emancipación y su acceso a una total igualdad de derechos.
¡Trabajadora: tú lucha decide! ¡Viva la lucha de las mujeres
trabajadoras!
¡Derrotemos al patriarcado! Acabemos con el capitalismo!