Han transcurrido ya casi 50 años desde
que en el mes de mayo de 1966 tuviera lugar la primera manifestación
contestataria de más de un centenar curas en la historia de España.
El
acontecimiento no fue desde luego baladí, pues la protesta se produjo en plena
dictadura franquista, un régimen político que por otra parte, se había
caracterizado por una pacata obediencia a las orientaciones de la
ultraconservadora jerarquía católica española. La prensa internacional recogió
fotografías de aquel insólito acontecimiento, que ya empezaba a dar cuenta del
significativo alejamiento que se estaba produciendo en seno de determinados
sectores de la estructura eclesial en relación con el régimen del general
Franco.
Algunas de las personas a las que hemos
consultado, todavía recuerdan las enormes fotografías con las recogió el evento
la revista estadounidense “Life”. “Para quienes luchábamos contra la dictadura y sosteníamos
posturas progresistas, la revista Life no entraba desde luego entre nuestras
preferencias. Pero aquel número del magazine estadounidense, en el que
aparecían a toda página las fotografías de un montón de sotanas manifestándose
por las calles de Barcelona contra Franco y sus torturadores policiales, se
difundió más profusamente que Playboy, otra
revista también americana, pero prohibida por la censura, a través de la
cual los jóvenes españoles podíamos alimentar nuestras ensoñaciones eróticas de
la edad”.
Pero ¿qué fue lo que provocó aquella
insólita “manifestación de la sotanas”? Estos días, el
rotativo catalán “El Periódico” ha contado cuál fue la historia que dio origen
aquél acontecimiento, que provocó una fuerte conmoción en las ya cuarteadas
estructuras del franquismo.
Un estudiante torturado
Quim Boix era por aquel entonces un
joven catalán, de 21 años de edad, militante del clandestino Partido Comunista
de España y estudiante de la Escuela de Ingenieros, que pese a sus pocos años
estaba fuertemente comprometido con la lucha política, no sólo en el Centro
donde estudiaba, sino también en las tareas de coordinación del inquieto
movimiento estudiantil de la época. Cursaba el segundo curso de carrera y, como
delegado estudiantil que era, fue también quien se encargó de pedir al
director de la Escuela, José de Orbaneja, amigo personal de Franco, si les
dejaba el salón de actos para celebrar una asamblea con sus compañeros
. “Me sacó del despacho a gritos –recuerda
Boix–, pero, sin embargo, fue incapaz de arrancar el anuncio de nueve
metros que un mes antes habíamos colgado en la fachada del edificio de la
Escuela de Ingenieros”.
QUIM BOIX EN LA ACTUALIDAD, dibujado por castino |
Barcelona se encontraba por aquellos
días envuelta en una gran agitación estudiantil. Durante meses se había estado
discutiendo en las asambleas de las diferentes Facultades universitarias, un
proyecto de estatutos y una declaración sobre sobre qué bases se debería
asentar una Universidad democrática en España. Esa intensa agitación política
daría lugar a lo que luego se conocería históricamente como “la Caputxinada”, nombre que hacía referencia al
encierro estudiantil en el Convento de Capuchinos de Sarriá de Barcelona en
1966, y cuya celebración fue interrumpida por la policía. Boix fue uno de los
13 delegados que actuó como elemento movilizador de todo el estudiantado
catalán.
La brigada político-social ya tenía
referencias muy claras del papel que había jugado Quim Boix en aquellas
movilizaciones y asambleas. Por ello, tan sólo dos meses después de “la Caputxinada”, fue detenido y conducido por la
siniestra policía política del Régimen a comisaría . “Fui muy estricto con la promesa –dice– de no hablar y como, encima, la policía quería que declarase que
era comunista y no lo hice, me torturaron”. Reconoce que los
sicarios policiales no le metieron la cabeza dentro del agua, ni apagaron
cigarrillos en su piel, como hacían con otros…, pero como resultado de la
fuerte paliza que le dieron, permaneció 15 días magullado.
“¡La que has armado, cabrón!”
De comisaría, lo trasladaron al Palacio
de Justicia, y en los sótanos del mismo el abogado, también comunista,
Josep Solé Barberà, le propuso que denunciara las torturas de las que había
sido víctima. “Estuve de acuerdo, y mi madre, que era más de
derechas que mi padre, firmó los papeles de mi denuncia”.
Posteriormente Boix fue recluido en la
prisión de la Modelo. Permaneciendo todavía allí, –un 14 de mayo de 1966–
se acercó a su celda un funcionario de prisiones y le espetó: “Quim, la que has armado, cabrón!”.
¿Qué era lo que había podido suceder
como para suscitar tanta sorpresa en su carcelero? Resultó que la denuncia
rubricada por Quim y su conservadora madre contra el maltrato policial que
había sufrido, incitó a 130 sacerdotes de diferentes localidades catalanas a
organizar una impactante manifestación que conmovió tanto a las
jerarquías religiosas del nacional-catolicismo, como al propio aparato político
del régimen de Franco. Una llamativa “nube” de
negras sotanas, elevadas en volandas por las ráfagas de viento, se encaminó por
las calles de Barcelona, a través de la Vía Layetana, hacia la Comisaría de
policía con el propósito de entregar al temible comisario Creix, una carta de
protesta por el trato recibido por Quim en las dependencias policiales.
Luego, sin los miramientos tradicionales con los que el régimen agasajaba a los
clérigos católicos, los grises procedieron a
disolver a porrazos a los ensotanados manifestantes. Se trataba sin duda de un
espectáculo inaudito bajo un régimen que bebía agua bendita cada mañana.
momento en que los curas inician la manifestación. |
Sólo tuvieron que transcurrir tres
semanas para que Boix saliera de prisión. Pero lejos de poder disfrutar de la
libertad, el Ejército español se encargó de enviarlo a hacer el servicio
militar en un batallón disciplinario en la localidad saharaui de Cabrerizas, en
el Aaiún. En la excolonia española se encontró con otro joven canario, Juan
Rodríguez Betancor, represaliado también por sus actividades políticas
comunistas, pero que a diferencia de Quim Boix, en el devenir de los años
terminaría enrolado en las filas de los sectores más derechosos del
empresariado y la política canaria.
Quim Boix, a sus 70 años, no sólo
continúa siendo comunista, sino que en la actualidad ocupa la Secretaría
general de la Unión Internacional de Sindicatos de Pensionistas y Jubilados. Y
es que posiblemente Quim es uno de esos hombres a los que Bertolt Brecht
bautizó un día con el epíteto de “los imprescindibles”
http://www.unidaddeclase.org/2017/01/el-dia-que-un-grupo-de-curas-espanoles.html