Durante
el siguiente mes de septiembre, miles y miles de jóvenes estudiantes de clase
trabajadora nos encaminamos hacia nuestro próximo destino: la universidad.
Muchas
son las familias que tienen que hacer un gran esfuerzo económico para poder
mandar a sus hijos a la universidad, y es que las familias obreras no tienen la
posibilidad de mandar a sus hijos a la Universidad y a su vez gastar dinero en
unas merecidas vacaciones de verano. Estas familias tienen en frente unos
asfixiantes años de esfuerzos económicos, ya que la Universidad representa un
gran desembolso, a veces mucho mayor de lo que podemos pensar en un principio.
Para
empezar, este año aparece con cierta fuerza el nuevo plan universitario llamado
Estrategia de Universidades 2015 (EU2015), un plan que representa el siguiente
paso a la privatización de la universidad tras el pasado Plan Bolonia, conocido
de sobra por todos. En la Estrategia de Universidades 2015, las empresas se
implantarán aún más en las universidades públicas, privatizando su financiación
y haciéndose dueñas de estas universidades. De esta forma, la mercantilización
de la educación alcanza su punto álgido, ya que el empresario podrá decidir por
nosotros que es lo que estudiamos.
De
igual forma, los créditos siguen incrementando su precio, haciendo que cada vez
menos obreros puedan acceder al pago de estos. Un crédito de cualquier carrera
en la Comunidad de Madrid vale entre 27 y 33 euros dependiendo de la carrera
que uno elija, pero en Catalunya un crédito puede valer hasta 39,53 euros. Si
calculamos que cada asignatura obligatoria cuesta seis créditos, el precio de
cada carrera puede ser tremendo, sin olvidarnos de que cada vez que suspendes
una asignatura, su precio se duplica.
A todos
estos precios exorbitados, también tenemos que sumarle el desplazamiento. Pocos
jóvenes de clase trabajadora tienen la posibilidad de desplazarse en coche a la
universidad, ya que esto sí que representa un gran gasto económico teniendo en
cuenta los precios de los coches y de la gasolina, así que podemos decir sin
miedo a equivocarnos que la mayoría de los jóvenes de extracción obrera y
popular se mueven en transporte “público. “Público” porque tenemos que tener en
cuenta que un abono transporte te hace gastarte 45 euros en Valencia, 52,75
euros en Barcelona y hasta 54,60 euros en Madrid. Al año, te gastas más de 500
euros en transporte público.
Además,
muchos jóvenes tienen que cambiar de Comunidad para poder cursar la carrera que
realmente quieren. Esto puede darse principalmente porque la nota de corte del
grado que vas a cursar en tu Comunidad Autónoma es más alta que tu nota de
selectividad y bachillerato y en otra Comunidad sí podrías cursar la carrera
que gustas; o porque en tu Comunidad Autónoma no se oferta el grado que tú estás
buscando y estás obligado a cambiar de ciudad para hacer la carrera.
Un caso
que ejemplifica perfectamente esto es el de los jóvenes de familia trabajadora
de la Comunidad Foral de Navarra, ya que más de un 32% de los alumnos que
hicieron selectividad iban a cambiar de Comunidad Autónoma para cursar su grado
universitario. Estos jóvenes, además de pagar sus tasas universitarias y el
transporte público, se ven obligados a pagarse una residencia o un piso
compartido y, teniendo en cuenta la reducción de becas y el precio de los
pisos, la búsqueda de un sitio en el que alojarse es una misión difícil para
todos estos jóvenes.
Por
esta razón, muchos jóvenes están obligados a estudiar y a trabajar al mismo
tiempo y, teniendo en cuenta que la cifra de paro juvenil supera el 50%, estos
jóvenes aceptan trabajos muy duros, durante muchas horas y con un salario
bastante pobre. Estos trabajos no son fáciles de compaginar con los estudios.
Por
último, hay que resaltar que lo expuesto anteriormente afecta únicamente a los
hijos de la clase obrera, ya que los hijos de los banqueros y de los
empresarios pueden permitirse estudiar en una universidad privada, pagarse un
coche que les lleve a esta todos los días y alquilar los pisos más exclusivos
de la ciudad que ellos prefieran.