El graffiti es un arte, un modo de expresarse, la herramienta que
numerosos jóvenes tienen para dar salida a todo aquello que quieren contar
además de un modo de vida para muchos. Utilizado como medio de comunicación en
el barrio, ya sea para dar a conocer un nombre o para expresar la realidad que
se vive. Lo común que suelen tener aquellos que practican este arte es el no
estar de acuerdo.
Desde un arma para la comunicación de aquellos que tienen algo
que decir hasta un lema que grita para ser visto, no para ser oído. Una
herramienta para denunciar los abusos, un modo de marcar el territorio, una
crítica al sistema o una reflexión escrita en un muro, una pintada contestataria
y rebelde, un nombre que quiere darse a conocer, un mensaje, unas líneas y unos
trazos que logran encajar y llenar un espacio, una obra de arte,
una realidad expresada en un lienzo al alcance de todos, uno más elaborado o
uno más rápido, un dibujo plasmado en un papel de piedra que te obliga a
levantar la mirada en el camino a la escuela o al trabajo todas las mañanas, un
sentimiento hecho pintura, una consigna combativa que relata la situación de la
fábrica en la que está pintada, una imagen que entra por tu retina y es capaz
de expresar más que mil palabras, un cuadro en la pared de una habitación que
muchos llaman barrio, en definitiva, el ámbito privado expresado en la vía
pública, los problemas de unos pocos al alcance de tantos.
Una cultura que tiene
como galería de arte la ciudad y las calles en las que se convive a diario, el
barrio con sus problemas cotidianos reflejados con pintura. No es publicidad porque no
vende nada, únicamente informa y suele expresar, aunque no lo diga,
que algo va mal.
Desde las consignas políticas, los insultos o las caricaturas y
declaraciones de amor reflejadas en las piedras que levantaron el Imperio
Romano hasta los vagones y trenes pintados a mediados del S.XX en Filadelfia, los
Bird Lives de Nueva York o los lemas enmarcados en las
paredes de los barrios más revolucionarios durante los periodos en los que la
censura llamaba a la puerta. A
día de hoy continúa siendo un elemento de crítica social que abarca todo
aquello que está a la vista: paredes y muros de las calles, garajes, paradas de
autobuses, vagones de trenes y metros, buzones... aquellos espacios que estén
al alcance de la vista, y no tanto en otros casos, pueden servir para escribir
las memorias de lo que ocurre a diario.
Interpretado por muchos como vandalismo, contaminación visual o
suciedad, lo cierto, es que una gran parte de aquellos que se sienten
partícipes de esta cultura admiten ese carácter vandálico que tiene esta forma
de expresarse al situarse fuera de la legalidad, lo cual puede decir mucho de quienes lo
practican y poco de quienes lo prohíben.
Es una
cultura muy ligada a la del Hip-Hop. Se suele decir que a la hora de montar un
grupo de música rap no se necesita una gran cantidad de medios para intentar
hacer algo decente sino que los materiales que se usan están al alcance de
muchos. Por esta razón algunos raperos reconocen que al querer expresarse con
la música y no poder costearse instrumentos que son más caros, decidieron
introducirse en el rap ya que está "más al alcance de todos". Con el
graffiti ocurre una situación similar. La dedicación y el estilo que se tenga
es cosa de cada uno pero los materiales que se utilizan están más disponibles
de ahí su carácter popular, tanto por quienes lo forman como por lo que
expresan.
Es el modo de plasmar desde un nombre para darlo a conocer hasta la
realidad en la que se vive con un spray. Significa añadirle una carga más a los
muros de una casa, pero esta vez emotiva. Un mecanismo para expresar la
revolución social. Es un modo de comunicar aquello de lo que no se habla y cada
vez más abundan en las calles pitadas y graffitis que buscan un cambio en la
sociedad. La juventud popular tiene infinitud de medios para expresarse y hacer
eco de su crítica social, de su inconformidad, y el graffiti viene a ser uno de
los más extendidos dentro del arte urbano.