Este artículo no va de literatura. Tampoco tiene nada que ver con una novela negra que ha dinamitado el mercado editorial ni con novelistas suecos que triunfan postmorten. Este artículo no cuenta la historia de una chica extravagante y un poco friqui que se toma la justicia por su mano ni de un periodista honrado que denuncia empresas corruptas y tejemenejes varios. Este artículo no se refiere a la primera parte de ninguna trilogía de éxito mundial. Este artículo tiene que ver exactamente con eso: con los hombres que no amaban a sus mujeres y después de convertir sus vidas en auténticos calvarios, acaban asesinándolas vilmente. En lo que va de año, en nuestro país, cincuenta y seis mujeres han sido asesinadas por sus parejas o ex-parejas. La última, en la noche del día catorce en Getafe (Madrid). Él, cincuenta años; ella, cuarenta y siete. Después de matarla, el hombre se quitó la vida. Cuando aún faltan dos meses y medio para que termine el año, ya se han superado las cifras de 2009. El año pasado, 55 mujeres murieron en nuestro país en crímenes de carácter machista. Cada dos o tres días una mujer pierde la vida en España por violencia de género y da igual que viva en Málaga, Vigo, Badalona o Donosti. En eso sí que somos todos iguales. En cualquier región de este país se mata a las mujeres de la misma manera (en realidad, de maneras distintas, pero siempre cobardemente). Está claro que algo no está funcionando porque el problema, en vez de remitir, va en aumento. La última (por ahora) en Getafe, el día de antes, otra había sido asesinada en Benejúzar, un pequeño pueblo de Alicante; el lunes, otra en Alhama de Granada, y así hasta cincuenta y seis sólo en este dos mil diez. Muchas de ellas son inmigrantes que han venido de otros países buscándose la vida; pero otras son españolas. De hecho, en este año 2010, la tendencia se ha invertido. Ahora más españolas mueren a manos de sus parejas o exparejas que extranjeras. Así que me da por pensar que el problema no tiene absolutamente nada que ver con nacionalidades ni con razas, religiones, culturas, etc. Creo, sinceramente, que el problema tiene que ver, más bien, con el ser humano, con su maldad intrínseca. Creo que también es evidente que el Gobierno de España está fallando garrafalmente en este tema. No hay prevención. Cada vez menos mujeres se atreven a denunciar porque luego, en los juzgados, las denuncias no prosperan y encima a las pobres mujeres maltratadas, a las víctimas, se las trata como si fuesen delincuentes. Ya sabemos en que lado de la balanza ideológica están los jueces españoles y como se las gastan. Una aberración más de nuestro sistema judicial. Otra aberración: la mayoría de las condenas no implican más de tres años de cárcel. Y es que en nuestro país, maltratar sale barato. No obstante, en mi opinión, tiene que haber una solución para un problema de tal calado social. A este terrible problema se le puede plantar cara. Pero para ello hace falta voluntad política y no sólo buenas palabras de la ministra de turno. Una sociedad moderna no puede mirar para otro lado en un tema como este. Ya va siendo hora de que lo digamos bien claro. Y dentro de tres días, otra mujer asesinada.
Rafael Calero Palma
Http://mimargenizquierda.blogspot.com