La crisis
capitalista está teniendo un claro reflejo en la superestructura de dominación,
una crisis en la cúspide que debe completarse con la preparación del factor
subjetivo para desembocar en un proceso revolucionario.
Crisis
en la cúspide y reservas del capitalismo
Tras
siete años de crisis capitalista y de respuesta social a las medidas criminales
puestas en marcha por los gobiernos de PP y PSOE (con el apoyo de IU en muchos
casos), la formación capitalista ha entrado en una seria crisis que amenaza con
subvertir, o al menos con modificar sustancialmente, el régimen plasmado
legalmente en la Constitución de 1978.
Ante
nuestros ojos se desarrolla una crisis en la cúspide, donde los de arriba
tienen serias dificultades para ejercer el poder de la forma en que lo hicieron
durante los últimos treinta y cinco años. La Monarquía, el sistema de
bipartidismo imperfecto y las formas de parlamentarismo a través de las cuales
se ejerce con mano de hierro la dictadura capitalista han entrado en crisis;
todo ello conlleva un incremento de las contradicciones en el seno del bloque
dominante oligárquico-burgués, del que dan buena prueba los intensos
movimientos que se dan en su seno buscando una recomposición que permita capear
el temporal.
Pareciera
por momentos que el sistema entero se tambalea ante nuestros ojos. Pero lejos
de cualquier engañosa apariencia, el capitalismo español cuenta con reservas
para hacer frente a la situación y que son, fundamentalmente, el recurso a una
nueva alternancia en el gobierno capitalista, de la mano de lo que hemos
caracterizado como nueva socialdemocracia, y también el recurso a la dictadura
más abierta y descarnada de los monopolios: el fascismo.
Acechan
nuevos peligros
Y es
que, para el estallido de una crisis revolucionaria, no sólo es necesario que
desde arriba no puedan seguir gobernando como antes, es preciso también que desde
abajo no se quiera seguir viviendo como antes y se organicen y luchen para
cambiar el orden de cosas existente. Pero, siendo cierto que las grandes masas
obreras y populares no se han mantenido pasivas ante los envites capitalistas,
también se constata que esas luchas siguen librándose bajo bandera ajena, con
un papel predominante de la pequeña burguesía y de las diferentes variantes de
oportunismo que han entrado en escena.
El
gobierno del PP, que representa a un sector de la oligarquía con amplia experiencia
en el ejercicio del poder, es perfectamente consciente de lo que está
sucediendo y pone en marcha toda una batería de medidas para que las
contradicciones no rebasen cierto grado. La intención de poner en marcha un
proceso de regeneración democrática es prueba de ello y, dentro de esa
regeneración, la modificación de la legislación electoral para la elección
directa de alcaldes, persigue un doble objetivo:
·
Perpetuar el poder institucional del PP en los Ayuntamientos, en
la medida en que representa la opción preferente de la oligarquía para imponer
a la clase obrera, a sangre y fuego, sus políticas criminales, al mismo tiempo
que se avanza en la imposición de una sistema mayoritario con el cual las
clases dominantes hablen con una sola voz en las instituciones capitalistas.
·
En segundo lugar, preparar la alternancia en el gobierno
capitalista interviniendo directamente ante los movimientos que se dan en el
flanco izquierdo del sistema, una vez constatada la grave crisis en que está
sumida la socialdemocracia clásica (PSOE) y la entrada en escena de nuevos
actores políticos, con la consiguiente posibilidad de quiebra del modelo de
alternancia clásico basado en el PSOE con el apoyo puntual del oportunismo
clásico de IU.
Para la
clase obrera todos estos pasos anuncian nuevos peligros. Por un lado, prosigue
endureciéndose la dictadura capitalista y se desarrolla una ofensiva ideológica
en términos extremadamente reaccionarios. Por otro, y en un escenario en que
amplias masas obreras y populares depositan su confianza en el engendro que
hemos dado en denominar , basada en IU – PODEMOS
(que si se me permite la licencia histórica no deja de ser una mala síntesis
entre los mencheviques y eseristas de izquierda versión 2.0), podríamos presenciar
la llegada de un gobierno teñido de un discurso popular, como último recurso
del bloque dominante oligárquico-burgués, de la mano de una segunda transición
concebida como segunda estafa a la clase obrera y al pueblo que, hablando de un
nuevo proceso constituyente, trate de modernizar las agotadas formas de
dominación capitalista.
La
cuestión entonces es cuánto tardaría ese nuevo gobierno, que a la vista de los
datos actuales vendría de la mano de PSOE – IU – PODEMOS, y no necesariamente
por este orden, en defraudar los anhelos populares; pues gestionando el poder
de los monopolios, en el marco de uniones imperialistas como la UE y la OTAN
–con quienes no piensan romper–, allanando, quizás, el camino del fascismo.
Compartimos
con PODEMOS que ¡ahora es el momento!, pero no el momento de asumir la
gestión del poder de los monopolios, sino la hora de prepararse intensamente y
de luchar para modificar la correlación de fuerzas en el seno del movimiento
obrero y popular, para cambiar la orientación del combate hacia el
derrocamiento del régimen de explotación.
Fortalecimiento
y preparación del Partido Comunista
Urge
más que nunca preparar al Partido Comunista, a toda su militancia, para
intervenir con eficacia en un escenario sumamente móvil en la lucha de clases,
lo que obliga a saber emplear con acierto todas las formas de lucha y las
distintas combinaciones que entre ellas puedan darse. Es el momento de la lucha
ideológica implacable, del combate sin concesiones y de la intensificación de
la bolchevización de las filas comunistas.
Concentración
de fuerzas en el Frente Obrero y Popular
La
intervención comunista en el seno de la clase obrera, de los trabajadores y
trabajadoras autónomas y profesionales, de la juventud y de la mujer
trabajadora, debe alterar la correlación de fuerzas y concentrar y reagrupar el
movimiento obrero y popular sobre bases clasistas, conformando una amplia
alianza popular que, enfrentada al poder de los monopolios, esté en condiciones
de conformar un Frente Obrero y Popular que, ante una crisis revolucionaria,
plante cara al Frente Oligárquico – Burgués e imponga por la vía revolucionaria
el nuevo poder.
Por el
socialismo – comunismo
Vivimos
en la mayor crisis capitalista que haya conocido la historia, cuya peculiaridad
–tratándose de una crisis de sobreproducción y sobreacumulación de capital–
reside en el hecho de que se da en la fase terminal de la fase imperialista del
capitalismo, cuando se han agotado en extremo sus posibilidades. Se manifiesta
con brutal intensidad la crisis general del capitalismo inaugurada con la
Revolución de Octubre de 1917 y, como por aquel entonces, la militancia
comunista debe estar a la altura, para que esta vez, de la chispa nazca la
llama que definitivamente arrase con toda forma de explotación y opresión de
unos seres humanos por otros.
RMT.