En los últimos tiempos las cifras de los despidos en las grandes empresas
del Estado Español se acumulan hasta formar un monto de varios cientos de miles
de trabajadoras y trabajadores, que pierden sus empleos como consecuencia de
las necesidades del capital monopolista para tratar de recomponer la tasa de
ganancia.
Si tomamos el ejemplo de tres grandes empresas que están de actualidad
-Pescanova, Panrico y Fagor-, vemos que las mismas han presentado planes de
despidos que se acercan a veinte mil puestos de trabajo. Al tiempo que anuncian
reducciones brutales de salarios (hasta del -45% en el caso de Panrico) para
quienes continúen trabajando en la empresa.
Anteriormente han sido muchas otras empresas las que han seguido este
camino: Telefónica, Bankia, Iberia, y un largo etcétera; todas ellas han
protagonizado despidos masivos, y han aplicado importantes bajadas de salarios
en los últimos años.
Las reducciones de plantilla siempre significan una mayor carga de trabajo
para quienes continúan en la empresa, a quienes se aumentan los ritmos de
trabajo y las horas extras -frecuentemente no pagadas-, se les reducen las
vacaciones, ….. El efecto último perseguido por el capital es el incremento de
la tasa de explotación, en el intento desesperado de obtener una plusvalía
relativa que permita contrarrestar los más radicales efectos de la crisis
capitalista.
La convergencia de la crisis capitalista, por un lado, y de las pugnas
interimperialistas por el control de los mercados, por otro, dejan al
capitalismo español sin margen de maniobra. Esto es lo que hay.
Las clases dominantes tratan de ocultar esta realidad, y esta tendencia
inexorable dentro del capitalismo. Así, quienes entre la clase obrera han sido
llevados a la creencia de que podían eludir esta realidad buscando trabajo -por
ejemplo en Alemania-, han podido constatar que la situación es la misma en todo
el mundo capitalista, y que la utilización que el capital hace de la clase
obrera en la cabeza del polo imperialista europeo es la misma que en nuestro
país, cuando no peor.
En paralelo con este proceso de destrucción de fuerzas productivas entra el
capital monopolista internacional a aprovechar la situación. A precio de saldo
el capital transnacional se adueña de importantes empresas del país. Algo que
por los medios de comunicación de la burguesía se propaga como un síntoma de
recuperación de la economía del país, y cuya realidad no es otra que una
consecuencia directa del proceso de desvalorización de capital que azota a la
economía española y que impulsa un nuevo salto en el proceso de concentración y
centralización del capital.
Al mismo tiempo el Estado aprueba un plan de puesta en venta de una gran
cantidad de bienes públicos, que pueden representar una cantidad del orden del
25% de su patrimonio. El objetivo principal de esta operación es el de
maquillar las cifras del déficit. Hacer caja para tratar de cuadrar las
cuentas. Así, se venden piezas del patrimonio histórico y cultural, y espacios
naturales protegidos, entre otros. Una auténtica liquidación a precio de saldo,
como única salida ante la imposibilidad de resolver los problemas estructurales
del quebrado capitalismo español.
Las administraciones públicas del Estado han procedido a despedir una gran
cantidad de trabajadores y trabajadoras. Son muchas decenas de miles de puestos
de trabajo los que se han cancelado en ayuntamientos, diputaciones, sanidad,
servicios sociales, educación, etc.
Sólo aumentan las plantillas de los cuerpos represivos. El Estado queda
configurado como una estructura cada vez más centrada en el ejercicio de la
violencia contra la mayoría social, reduciéndose -hasta su progresiva
desaparición- la articulación de mecanismos sociales de legitimación y consenso
social.
El futuro del capitalismo español -como formación sociohistórica agotada-
evoluciona hacia un modelo progresivamente más injusto y más desigual en lo
social, con la mayoría del pueblo cada vez más explotada y empobrecida, y con
altos grados de violencia contra toda disidencia. Toda crisis capitalista
-siempre que no se resuelva en un proceso revolucionario-, significa un nuevo
paso en el proceso de concentración y centralización del capital, un
crecimiento del poder absoluto de la oligarquía y los monopolios. Esto es lo
que estamos viendo.
Una agudización extrema de la lucha de clases, donde la intervención del
Partido Comunista será determinante como vanguardia en el proceso de
acumulación de fuerzas para la destrucción de las bases materiales de la
sociedad capitalista.
Sin lucha obrera revolucionaria el futuro será la continuidad del
capitalismo español más agresivo: menos salarios, menos derechos, menos salud,
menos educación, menos pensiones y penetración de otras fracciones del
imperialismo.
La lucha revolucionaria, organizada por el Partido Comunista al frente del proletariado,
avanzará hacia el poder obrero, la justicia social y el final de la
explotación, hacia el socialismo-comunismo. Ese es el futuro que la clase
obrera necesita con apremio, ese es el futuro por el que luchamos de forma
continuada, hasta la victoria.
FIESTA UNIDAD Y LUCHA
La celebración en Madrid, el pasado día 2 de noviembre, de la primera
Fiesta de Unidad y Lucha puso de manifiesto algunos elementos muy importantes
del desarrollo de la lucha revolucionaria en nuestro país.
La Fiesta dejó constancia del compromiso internacionalista del PCPE, de su
voluntad de avanzar en la coordinación comunista internacional, y por ello el
acto central de la misma fue el mitin con la presencia de cinco partidos
comunistas que, respondiendo a realidades sociales y políticas muy diversas,
coincidieron en su presencia y en sus posicionamientos políticos. Los dos
debates realizados también fueron expresión de las prioridades del Partido y
contaron con una acogida extraordinaria.
La Fiesta también dejó constancia del crecimiento de las capacidades
políticas y organizativas del PCPE y de los CJC, y de su progresiva
implantación de masas, con la presencia de sectores del movimiento obrero más
allá de las propias filas de la organización y que son hoy destacamentos activos
de la primera fila de la lucha obrera en este país.
El desarrollo de toda la actividad estuvo marcado por un estilo de
militancia, que el PCPE ha ido construyendo a base de esfuerzo y de rigor, y
que sitúa a la organización en un nivel superior de su compromiso con la
construcción de la nueva cultura revolucionaria que caracteriza al Partido y a
la Juventud. Por un lado herencia de la IIIª Internacional, y por otro producto
de nuestras propias experiencias y aprendizajes.
Un importante punto de apoyo para continuar mejorando y ganando capacidad
de lucha y de liderazgo en el proceso hacia la revolución socialista en este
país. Con la prensa comunista como herramienta fundamental del combate
ideológico y del avance organizativo.