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UPOA 8 DE MARZO 2019

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26 de julio de 2010

Fuera caretas: la democracia, al frente del crimen organizado



la consagración de un asesino como presidente de un país es celebrada en toda su desnudez, mientras el hisopo de Falsimedia salpica con su mentira el esperpento de la connivencia Venezuela-FARC
Que nadie se llame a engaño. La guinda del pastel se lama Juan Manuel Santos. Unos pocos millones de colombianos, menos del 40% del electorado se decidieron por asegurarle el sillón presidencial a ese experto criminal, que ejerció el cargo de Ministro de Defensa en un país en el que las Fuerzas Armadas se han dedicado al genocidio sistemático y al narcotráfico, operando con la CIA a través de la DAS y la DEA de Osama, lavando miles de millones de dólares en bancos de USA, que a su vez se reparten como países hermanos, entregando sustanciosas cantidades de dinero y droga a sus parientes y amigos más fieles. Y si algo se me olvida, ahí tenéis siete bases militares.


Una vez más, la ceremonia de la consagración de un asesino como presidente de un país en celebrada en toda su desnudez, mientras el hisopo de Falsimedia salpica con su mentira el esperpento de la connivencia Venezuela-FARC.

El drama del terrorismo de estado contra la sociedad colombiana es aceptado internacionalmente, porque así lo decide la Casa Blanca, como el de Marruecos, Chile, Perú, Honduras, Panamá, y cien más, en los que la legalidad se ha quebrado desde hace décadas, con la connivencia de los dueños de los medios de comunicación, las Fuerzas Armadas y los organismos internacionales, leales al régimen capitalista y sus ramificaciones bancarias que llaman partidos políticos.

El juego, aceptado por la izquierda parlamentaria, es tan descaradamente sucio como los campeonatos que organiza la FIFA, por lo que resulta dolorosamente difícil que un verdadero colectivo socialista llegue al poder, y si lo hace tendría que asumir las consecuencias derivadas de su política, destinada a remediar los males de un sector inmenso de personas que viven en la miseria, la pobreza y el analfabetismo.

La primera de ellas es la constante persecución de la prensa, radio y televisión (más Internet), en poder de los trusts mas reaccionarios, que a su vez mantienen relaciones fraternales con los poderes de un estado, que como en los casos chileno, peruano, panameño, hondureño, salvadoreño, guatemalteco, uruguayo, paraguayo, brasileño,.argentino, español, francés, británico, y no digamos ya el de los USA, donde la Camorra de las Fuerzas Armadas tienen libertad absoluta para asesinar a millones de personas, sean periodistas o médicos, profesores o artistas, sin que ningún tribunal internacional pueda siquiera abrir un proceso judicial contra quienes detentan aquella impunidad aberrante, impensable en un sistema que de autodefine como democrático.

La segunda es el magnicidio, promovido, defendido y tramado por una oposición, como la venezolana, que se dice democrática. Y si se detuviera al líder de un partido, que guardaba explosivos y armas en su domicilio, la protesta que encabezan RTVE, ABC, La Razón, El País o Público, tiende a convencernos de que el culpable estaba a punto a celebrar las Fallas valencianas en pleno Caracas. Qué malpensados somos…

La tercera es el golpe de estado, como en Honduras, bajo el que montar un teatro con actores patéticos (José Miguel Insulza) y defenestrar un sistema peligroso para los propios Cruzados de la Participación Política, como es el propio hecho de una votación. La diputada Allende, hija del heroico presidente asesinado por Pinochet, vota hoy una moción no sólo apoyando a los ejecutores de su propio padre, sino apoyando el golpe contra el legítimo mandatario de Honduras, que no es otro que Manuel Zelaya. La vesania de esta persona que se dice socialista, indica bien a las claras qué clase de militantes tiene el partido chileno. Nada que envidiar a su homólogo español.

Resumiendo: lo que el Rey Juan Carlos, Zapatero, Rajoy, la Comunidad Europea, la OEA y la Casa Blanca apoyan y promueven son elecciones que deben ganar los de siempre, es decir, la Banca Mundial. Y si surgiera de las urnas un gobierno verdaderamente socialista, esa misma Mafia económica pondrá de nuevo las cosas en su sitio, porque las urnas no se hicieron para que ganasen los “otros”.

De ahí que los ejecutivos gubernamentales que han triunfado, que se dicen socialistas y no sufren persecución obsesiva, permanezcan muchos años en el poder realizando, cómo no, una política reaccionaria, violenta y tendente a favorecer los intereses privados y no colectivos. Año 1983: PSOE en el poder. Tres millones de parados. Año 2010: PSOE en el poder: Cinco millones de parados.

En un régimen dictatorial como el descrito, es lógico que miles de personas, movidas por la indignación, el patriotismo y la desesperación, se lancen a las selvas, montañas y cuevas, para organizar una resistencia armada contra la miseria moral que preside un absolutismo asesino que consagra la fuerza bruta y no la de la razón. Quienes dicen estar del lado de la palabra, como solución para los conflictos de todo tipo que se suceden en el mundo, sólo saben decir: “Abran Fuego”. Y de esa forma tan democrática, la razón de la brutalidad es galardonada con el Nobel de la Paz.

Cuando a la democracia le sale el sarpullido de eso que los medios llaman “terrorismo”, miles de personas piensan que el término no es el ajustado a derecho, por mucho que existan profesionales que acepten el entuerto, sino una reacción más que esperada en una sociedad embrutecida por la mentira, la manipulación, el consumismo irresponsable, la injusticia, el paro, el suicidio, la violencia policial, la bestialidad en suma, que muestra su grito de rebeldía porque la democracia no es tal, porque el sistema es régimen dictatorial, porque la trampa es la propia ley, porque los justos padecen cárcel y los verdaderos delincuentes ocupan tronos y sillones presidenciales, mientras el poder judicial asume su impotencia y complicidad en la traición a lo que debe ser la armonía universal, no el orden global, que sería lo que afirmarían los terroristas que hoy dirigen naciones como Colombia o Estados Unidos.

Mientras no regrese a casa eso que se dio en llamar la democracia, eso otro que los hipócritas definen como terrorismo jamás desaparecerá de la tierra, porque los pobres del globo sufren en sus carnes las bombas, las balas, el gas mostaza, los golpes, latigazos, el paro, el hambre y la sed de justicia.

Y aquellos que hablaban de eso último, que al parecer pronunciaba un profeta al que dicen ensalzar, esa otra Mafia Universal llamada Iglesia Católica, oculta sus crímenes de todo tipo colocándose del lado de los opresores, de los asesinos y de la dictadura.

La democracia del siglo XXI es el régimen que consagra de forma definitiva el crimen organizado, el genocidio universal, patrocinado por Capones, Nittis, Corleones y Borbones, Cebrianes y Slims, Murdochs y Carriles, Obamas y Merkeles, Netanyahus y Zapateros, Garcias y Uribes, Benedictos y Dalai Lamas. Dios ha firmado un contrato en exclusiva con esta nueva Mafia.

Y quien combate esa aniquilación de millones de inocentes, sea con la palabra o con las armas, no es un delincuente, pero tal vez sea admirado como un héroe. Fuera caretas de una pajolera vez.



Carlos Tena en Kaos en la Red